lunes, 31 de enero de 2011

LA SIMBOLOGÍA EN EL CINE (II)


En esta segunda parte del artículo “La simbología en el cine” pondremos un ejemplo clarificador de lo que hemos adelantado a nivel teórico, es decir, el análisis de una película, que no podía ser otra que “La vida es bella”. Una pieza que reúne todas estas cualidades mencionadas y que nos ayudará a ver de una forma más práctica cómo funciona el elemento metafórico, o generalizando, retórico, en el medio cinematográfico.

El elegir “La vida es bella” nos da un margen de análisis tan rico como esclarecedor. Hay un ejercicio en primer término de metaretórica, es decir, que nos encontramos un trabajo metafórico tanto en la relación del autor con el espectador, como en la relación entre el personaje de Guido y su hijo, que irremediablemente acaba repercutiendo también en la recepción del espectador. Para explicarlo más claramente pondremos un ejemplo: Guido dice esta frase a su hijo en un momento del film: “Si pronuncias mi nombre desaparezco”, refiriéndose al silencio, y que entra dentro de la metáfora que encierra el film en el que el padre está creando un mundo fantástico para su hijo, apartándole de la crudeza y la realidad de su prisión; sin embargo, esta frase encierra una declaración metafórica a nivel narrativo, si el niño dice en algún momento su nombre o dice cualquier palabra en presencia de alguno de los guardas alemanes, desaparecerá, es decir morirá. Es una metáfora algo bañada por la ironía, pero metáfora al fin y al cabo. Este es uno de los muchos ejemplos que maneja este film, que está movido de principio a fin por una ironía y un sentido de la causalidad y el destino muy inteligente.

Son innumerables los elementos metafóricos y retóricos de los que se hacen gala en la película. La narración en sí es una fábula, una fábula o un cuento creado para el niño, al que se le quiere salvar de un destino terrible por medio de la poética y de la inventiva. Guido crea un mundo metafórico, apoyado por un guión basado en la coincidencia narrativa, que sirve tanto para que el personaje entienda el mundo en el que vive de forma más agradable, como para que el espectador pueda entender el relato de las dos maneras: desde el punto de vista del chico, y también desde el punto de vista de Guido y los demás adultos que están viviendo el suplicio del campo de concentración. La ironía juega un papel fundamental, incluso inocentemente en el personaje del chico (“No me quiero duchar” dice en una secuencia, cuando nosotros sabemos que se refieren a la cámara de gas, pero ni él ni su padre lo saben, y por esa acción se libra de la muerte; o en la frase que repite continuamente “Para morirse de la risa”), que acrecienta este elemento retórico y que se ve aderezado también por el uso de enigmas (en boca del personaje del doctor nazi pero también en preguntas que se lanzan a nivel narrativo) y referencias culturales de cierto nivel como Söpenhauer (el concepto de voluntad).

Todo estos elementos permiten, como se ha dicho, que haya diversas lecturas para una misma película, tal y como los mismos personajes tienen distintas lecturas de lo que está pasando (la cruda y dura realidad para Dora o Guido, o la fantasía edulcorada de Giosué). Esto no quiere a priori (aunque sería un tema para discutir largo y tendido) que una u otra sea la correcta, pero el espectador más entrenado será capaz de captar el mayor número de estos detalles que se han mencionado, enriqueciendo así su lectura de la película; pero como el director y los creadores saben, habrá una gran mayoría que verá sesgada y simplificada su interpretación del relato. Aunque esto no es necesariamente malo. Y sino, que se lo pregunten a Giosué.

SIMBOLOGÍA EN EL CINE (I)

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