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viernes, 31 de mayo de 2013

HIJO DE CAÍN



Nico Albert (David Solans) es un adolescente de carácter muy peculiar, inteligencia excepcional y una única obsesión: el ajedrez. Sus padres, preocupados por la anómala actitud de su hijo, contratan al psicólogo infantil Julio Beltrán (Julio Manrique). A través de la terapia y de la afición común al ajedrez, Julio se adentrará en el inquietante mundo de Nico y en las complejas relaciones de esta familia aparentemente normal.

Teniendo como referencia la reciente y magnífica “Tenemos que hablar sobre Kevin” y con ciertos vestigios a la patria “No tengas miedo”, esta película está narrada con un pulso muy firme, y salvo algunas lagunillas pasables en su guion, da muestra del potencial del director para crear un relato inquietante y sobrio. Porque la historia tiene sus carencias, ciertos elementos sembrados para jugar a favor de los dos giros argumentales que nos depara la película, pero en conjunto los diálogos y las secuencias están bien elegidas y nos ofrecen el cuadro de una familia que se va rompiendo poco a poco por la actitud de uno de sus miembros, la de su hijo de catorce años. El director Jesús Monllaó se apunta a la moda actual de hacer cine de género en España, sacudiéndonos un poco ese olor a naftalina que nos perseguía durante esta última década, y sale bastante bien parado del envite. 

David Solans da vida al personaje que funciona como eje de la narración, de una forma bastante plausible aunque algunas veces no pueda evitar el poner la típica “cara de malo” en un personaje cuyo lado oscuro es tan profundo. José Coronado, en su enésimo papel desde que triunfara con “No habrá paz para los malvados” da vida al padre de la criatura, foco del comportamiento disfuncional de este, de forma correcta pero sin brillar demasiado. Sí lo hace María Molins, galardonada por la reciente “El bosque” y que crea una madre a la que le supera la situación, y que deambula como una veleta hasta caer en las manos del psicólogo de su hijo, encarnado este por Julio Manrique. Una buena fotografía culmina el apartado técnico y artístico a tener en cuenta en esta película. Como curiosidad, hay que alabar el acierto que supone el uso de tres idiomas en la película, ejerciendo como un elemento más que da profundidad a las relaciones entre los personajes. Mi puntuación: 7 sobre 10. “Hijo de Caín” se estrena el 31 de mayo en las salas de toda España.

martes, 28 de mayo de 2013

ENTREVISTA A DAVID SOLANS

El joven David Solans da vida al maquiavélico e inquietante hijo de José Coronado en la película “Hijo de Caín”, presentada ya en el Festival de Málaga, y que se estrena este próximo viernes 31 de mayo en la cartelera española. Por ello, entrevistamos al novel actor intentando que nos diga que hay de nuevo en este proyecto y cómo ha contribuido él a su creación.


¿Cuáles son a tu entender las virtudes de la película? ¿Cómo se la venderías al público?
Creo que la película muestra la parte oscura que llegan a tener las personas, y esto normalmente no se muestra mucho. E incluso la metáfora que se plantea de que la vida es una partida de ajedrez, que es algo que yo no había pensado, y la película te lo muestra: que hay peones que se tienen que sacrificar, e incluso fichas importantes, para llegar a tu meta. Y que todo el mundo es a la vez esencial, y que cada personaje tiene su característica que te hace llegar a esta conclusión.
¿Cómo has abordado a este conflictivo protagonista, siendo tu primer papel en cine?
Cuando leí el guion ya me imaginaba más o menos un poco el carácter, porque antes me pasaron una descripción del personaje. Y Jesús, el director, en el segundo casting ya me contó la maldad que lleva en las venas. Entonces estuvimos un mes con una coach creando este personaje: como olfateaba, como andaba, como miraba, su forma de pensar… Y estuvimos trabajando los pequeños matices, porque tiene poco diálogo, y secuencias que sin decir nada tiene que decir bastantes cosas. A la hora de basarnos en alguien para pensar en este personaje me fijé mucho en Anthony Hopkins en “El silencio de los corderos” e intentamos hacer un poco a Hannibal de pequeño.
¿Era complicado no ir al rodaje ya con “cara de malo”?
Claro, esa era la dificultad. De hecho, a veces me llevaba el personaje a casa e iba con la cara de Nico durante una época. Y lo duro también fue que este personaje sufre una evolución, que lógicamente en la película es muy lineal pero en el rodaje no se graba cronológicamente; entonces saber en qué momento de evolución estaba tu personaje fue también una dificultad añadida.
Tu personaje, Nico, es un gran aficionado al ajedrez y parte de su conflicto tiene mucho que ver con el juego. ¿Cuánto conocías el ajedrez y cuanto te tocó prepararlo?
Sabía jugar al ajedrez, pero a nivel muy básico. Entonces vino un maestro FIDE, que son los  especialistas y nos enseñó cómo hacer ver que sabíamos jugar al ajedrez: como matar, como pasar la ficha entre los dedos, las jugadas… Y lo más difícil fue que las partidas que jugamos son partidas reales, partidas jugadas en campeonatos de España y en campeonatos de nivel mundial. Entonces las secuencias con diálogo, además del texto y de la interpretación, teníamos que memorizar dieciocho movimientos, por ejemplo, y jugarlos en el tiempo adecuado.
¿Qué crees que aporta el que haya distintos idiomas en la película y cada personaje hable uno distinto dependiendo del contexto?
Lo encuentro una realidad que se plasma en la pantalla. Si viajas a Cataluña, o a cualquier pueblo de la costa lo ves. De hecho ahora, estábamos hablando todo el equipo y de repente uno habla en catalán y todos hablan en catalán, viene uno hablando en castellano y todos hablan en castellano… Entonces hay esta realidad en la película, que en el doblaje se pierde un poco, pero que creo que es algo  muy destacable, e incluso la valentía que ha tenido el director para enseñarlo. Es algo importante para las relaciones de la película: el hijo nunca le habla en castellano al padre como método de defensa; o en momentos en que la madre está muy alterada se pasa al catalán porque es su lengua materna… entonces es un recurso más que se utiliza.
Personalmente que te da más miedo, ¿alguien que hace el mal con una causa visible o alguien que hace el mal por el mal?
A mí me da más miedo que alguien pueda llevar el mal en sus venas. Alguien que es incapaz de empatizar con nadie, y que le da igual absolutamente el resto de su entorno. Igual que hay gente que no siente dolor, pues hay gente que no tiene la capacidad de empatizar con nadie, y esto es lo que realmente asusta. Y hay casos reales, como el caso Bulger en Londres, de niños de siete u ocho años que tiraron un bebé a la vía después de apalizarle. Entonces, cuando ves esos casos te das cuenta de que tu personaje no es tan ficticio como te crees.
¿Por qué dirías que la maldad de este personaje se vuelca toda en su padre y no por ejemplo en su madre?
Yo supongo que también es un método de defensa porque su padre es quien siempre le está poniendo pegas y machacando, la madre como es más natural con él no lo sufre tanto. Las madres en casos así muchas veces se ciegan un poco, ¿no? Que su hijo bebe, que su hijo fuma… las madres son las que suelen tardar más en darse cuenta. Cada personaje tiene su papel y el de la madre es un poco el de estar cegada.
Por último, ¿tienes algún proyecto en un futuro inmediato?
De momento no. Estoy ahora trabajando en algo con un amigo, pero como director y guionista, no como actor. Vamos a acabar un largometraje y ver como va la cosa.

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