Ante la aparición de restos humanos por distintas canteras, el
detective Zhang (Liao Fan) investiga el crimen donde un tiroteo con los
principales sospechosos lo deja herido y se ve obligado a abandonar el
cuerpo de policía y la investigación. Cinco años después vuelve a
reabrirse el caso cuando aparecen nuevas víctimas y el asesino parece
actuar con el mismo modus operandi.
Diao Yinan dirige y escribe
su tercera película ambientada en una zona puramente industrializada y
poco conocida de China donde rige la ley de la selva, la población tiene
un amplio acceso a armas y la policía son los únicos que deben combatir
la delincuencia y la criminalidad en un entorno que no les respeta.
“Black Coal” obtuvo el León de Oro en el último Festival de Berlín,
además del premio al mejor actor en dicho certamen para Liao Fan. La
propuesta se sale de lo habitual en este tipo de productos orientales,
donde teniendo en cuenta el tema central de la trama se podría esperar
un tratamiento visual mucho más violento y explícito, pero que aquí opta
por secuencias donde quedan implícitos los asesinatos y casi no se ve
sangre. La región que nos muestra es una China profunda y empobrecida
sumida en el caos, donde no se respeta ningún tipo de vínculo social y
no existe la ley. Una denuncia hacia el abandono de las zonas poco
desarrolladas del país y que el estado ignora porque ya no le interesan
en el extraño proceso de transformación al capitalismo que experimenta
el gigante asiático.
El apartado centrado en la investigación y
los asesinatos en serie que se están produciendo es lo más llamativo de
la película, que por otro lado resulta confusa y no tiene un camino
claro probablemente como paralelismo con la pérdida de humanidad en los
personajes. Cuando aparecen nuevas víctimas, todas ellas relacionadas
con la viuda de la primera, empieza un juego de mentiras y falsos
culpables que acabará muy mal. El modus operandi del asesino se repite
como años atrás y vuelve a dedicarse a descuartizar los cadáveres
repartiendo partes de los cuerpos por toda la provincia valiéndose de
las vías de transporte de mercancías establecidas por el sistema central
chino, así es más complicado de rastrear el origen de los fallecidos y
su posible vínculo. Tras comprobar que todos ellos tienen conexión con
una misma mujer, Zhang se acercará demasiado a ella hasta entablar una
relación sentimental donde ambos se guardan sus cartas. La falta de unos
protocolos más avanzados en el cuerpo de policía descartan a ciertos
implicados como potenciales sospechosos que luego resultarán en más
muertes. Mi valoración: 5 sobre 10. “Black Coal” se estrena el 3 de octubre en las salas españolas.
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martes, 30 de septiembre de 2014
viernes, 25 de julio de 2014
UN TOQUE DE VIOLENCIA
Cuatro historias, cuatro personajes y un punto en común: la
violencia. Dahai (Jiang Wu) es un sindicalista que no está de acuerdo
con el reparto de la riqueza en su región. Xiao Yu (Zhao Tao) es una
recepcionista que vive enfrascada en una relación abocada al desastre.
Zhou San (Wang Baoqiang) es un ratero que no duda en recurrir a la
fuerza letal para dar sus golpes. Xiao Hui (Luo Lanshan) es un joven que
busca un sitio dentro del mundo laboral.
Jia Zhang-ke escribe y dirige “Un toque de violencia”, una co-producción china, japonesa y francesa. La película tuvo una buena acogida en el Festival de Cannes, donde recibió el premio al mejor guión en el año 2013. El ritmo narrativo por el que opta es muy pausado, hasta los momentos en que repentinamente se convierte en una oleada de violencia desbocada que resulta bastante gráfica. Pero por debajo de esta visión tan cruda subyace una crítica hacia el país en el que se ambienta la totalidad de la cinta, la República Popular China se muestra como un lugar que ha perdido todos sus valores tanto morales como económicos donde su población no tiene nada con lo que prosperar. El sistema heredado de la Revolución se desmorona y ya nada tiene importancia, la gente se mata por las calles sin que parezca provocar mucha alteración en la sociedad. Lejos de las grandes ciudades abundan los trabajos precarios, el tráfico de mercancía robada y la prostitución, todo ello fomentado por las clases dominantes herederas de los gobiernos provinciales corruptos. Las estatuas de Mao están desgastadas y solo forman parte del paisajes como aquellas de Buda, el país actual no es el que se estableciese en el año 1949.
Las cuatro historias que se suceden por bloques a lo largo de la cinta tienen una relación muy superficial y de hecho podrían considerarse casi independientes entre sí. El primer segmento de la cinta es el más impactante porque acumula las mayores dosis de violencia y de dureza contra el orden social, a partir de este planteamiento la trama solo refuerza diferentes factores que llevarán a desenlaces mortales dentro del caos que denuncia. Ahonda en la presión a la que el pueblo llano se ve obligado a soportar en los puestos de trabajo, así como la falta de empleo y la dureza de este que sufren debido al sobreexceso de población que tiene el país. Además, el desprecio hacia las mujeres que recoge es enorme, donde no son más que una moneda de cambio o un objeto para pasar un buen rato sin importar las consecuencias. Y la impunidad con la que se comenten delitos y crímenes es repugnante, nadie está a salvo y cuanto más elevado sea el puesto del infractor más fomentará esa conducta a su alrededor. Mi valoración: 5 sobre 10. “Un toque de violencia” se estrena en las salas españolas hoy viernes 25 de julio.
Crítica de Sergio Cardete.
Jia Zhang-ke escribe y dirige “Un toque de violencia”, una co-producción china, japonesa y francesa. La película tuvo una buena acogida en el Festival de Cannes, donde recibió el premio al mejor guión en el año 2013. El ritmo narrativo por el que opta es muy pausado, hasta los momentos en que repentinamente se convierte en una oleada de violencia desbocada que resulta bastante gráfica. Pero por debajo de esta visión tan cruda subyace una crítica hacia el país en el que se ambienta la totalidad de la cinta, la República Popular China se muestra como un lugar que ha perdido todos sus valores tanto morales como económicos donde su población no tiene nada con lo que prosperar. El sistema heredado de la Revolución se desmorona y ya nada tiene importancia, la gente se mata por las calles sin que parezca provocar mucha alteración en la sociedad. Lejos de las grandes ciudades abundan los trabajos precarios, el tráfico de mercancía robada y la prostitución, todo ello fomentado por las clases dominantes herederas de los gobiernos provinciales corruptos. Las estatuas de Mao están desgastadas y solo forman parte del paisajes como aquellas de Buda, el país actual no es el que se estableciese en el año 1949.
Las cuatro historias que se suceden por bloques a lo largo de la cinta tienen una relación muy superficial y de hecho podrían considerarse casi independientes entre sí. El primer segmento de la cinta es el más impactante porque acumula las mayores dosis de violencia y de dureza contra el orden social, a partir de este planteamiento la trama solo refuerza diferentes factores que llevarán a desenlaces mortales dentro del caos que denuncia. Ahonda en la presión a la que el pueblo llano se ve obligado a soportar en los puestos de trabajo, así como la falta de empleo y la dureza de este que sufren debido al sobreexceso de población que tiene el país. Además, el desprecio hacia las mujeres que recoge es enorme, donde no son más que una moneda de cambio o un objeto para pasar un buen rato sin importar las consecuencias. Y la impunidad con la que se comenten delitos y crímenes es repugnante, nadie está a salvo y cuanto más elevado sea el puesto del infractor más fomentará esa conducta a su alrededor. Mi valoración: 5 sobre 10. “Un toque de violencia” se estrena en las salas españolas hoy viernes 25 de julio.
Crítica de Sergio Cardete.
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