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jueves, 19 de marzo de 2015

PRIDE (ORGULLO)



En el verano de 1984, siendo primera ministra Margaret Thatcher, el Sindicato Nacional de Mineros convoca una huelga. Durante la manifestación del Orgullo Gay en Londres, un grupo de lesbianas y gays se dedica a recaudar fondos para ayudar a las familias de los trabajadores, pero el sindicato no acepta el dinero. El grupo decide entonces ponerse en contacto directo con los mineros y van a un pueblecito de Gales. Empieza así la curiosa historia de dos comunidades totalmente diferentes que se unen por una causa común.

“Pride”, del director Matthew Warchus, es eficaz en su propósito, ya que emociona y divierte a partes iguales. El choque de dos grupos tan distintos es un punto de partida tan atractivo, que el hecho real en el que se basa se transforma en la guinda de un pastel que los creadores saben cocinar con buen gusto. La mezcla de humor y drama se realiza de una forma paulatina, con un devenir bastante previsible pero que gracias a los personajes creados se sucede de una forma amena y armónica, con puntos de humor muy bien hilados. En este sentido, hay personajes que actúan pretendidamente como alivios cómicos, pero en su conjunto se apuesta por un humor de situación derivado de tal choque de percepción: los rudos y machos mineros, y por otro lado, los excéntricos y llamativos gays y lesbianas que hacen piña para recaudar dinero para la causa.

Es curioso y un acierto por parte del guionista –o tal vez les venía ya dados por la historia real- el que la parte más intolerante no lo representan un grupo de hombres machistas sino que una mujer es la que se alza abanderada de este movimiento anti gays y lesbianas, arrastrando a sus dos hijos en su cruzada. Por otro lado, era inevitable el que ciertos personajes se replanteen su sexualidad durante este increíble encuentro, cosa que sucede de una manera sencilla y sin estridencias. La música, en este canto a la solidaridad global, tiene un papel muy importante dando fuerza en momentos concretos del film. En el reparto de esta historia tan coral encontramos nombres propios como el de Bill Nighy (“Piratas del Caribe”), Imelda Stauton (“Harry Potter y la orden del fénix”), Dominic West (la serie “The Wire”), Paddy Considine (“El ultimátum de Bourne”) o Andrew Scott (el histriónico Moriarty de la serie “Sherlock”). Mi puntuación: 7 sobre 10. “Pride” se estrena hoy jueves 19 de marzo en las salas de toda España. 

Crítica de Héctor Izquierdo.

sábado, 30 de noviembre de 2013

BIENVENIDOS AL FIN DEL MUNDO



Cinco amigos de la infancia se reúnen después de veinte años porque uno de ellos está empeñado en volver a probar suerte en un maratón alcohólico que nunca llegaron a completar. Gary King (Simon Pegg), un cuarentón que todavía no ha conseguido superar la adolescencia, convence a sus cuatro reacios amigos y los arrastra a su pueblo natal en un desesperado intento por llegar al famoso pub “The World’s End”. Pero mientras intentan reconciliar el presente con el pasado, empiezan a darse cuenta de que la auténtica lucha debe librarse por el futuro, y no solo el suyo, sino el de toda la humanidad. 

No hay duda que en cuanto a contenidos ficcionales se está poniendo de moda lo viejo. Lo viejo contra lo joven en todo caso, en este caso. La eterna lucha de generaciones. Hace escasos días lo podíamos ver en “Plan en las Vegas” con Freeman, Douglas, De Niro y compañía. Ahora lo vemos en esta apuesta de Edgar Wright, que de alguna forma cierra su trilogía sobre la estupidez y a la vez esencia humana comenzada con “Zombies party”. Tenemos una interpretación en esta cinta muy característica del dúo Edgar Wright y Simon Pegg sobre lo que significa la comedia, los nuevos modelos de comedia, y estos están representados por el fracaso, por el fracaso de casi todos los ámbitos en los que se mueve en el ser humano: en este aspecto, la película es una especie de panfleto anti-humanista y a la vez pro-humanista, pero que sólo se desarrolla con cierta enjundia en una última media hora pletórica.

He de decir que al principio se hace repetitivo y cuesta engancharse, los juegos de montaje no son suficientemente atractivos como para atraparte. Sin embargo, poco a poco el director se toma la molestia de dibujar bien los personajes para que al menos, en los momentos en los que la historia tiene algo digna que contar, nos hace que nos importe la trama. En cuanto al apartado reparto encontramos a un Simon Pegg que hace su papel protagónico estereotipado hasta el infinito, pero que funciona más o menos bien; por otro lado, y sorprendentemente, no me gustó la interpretación de Martin Freeman, que repite los gestos cómicos que ya se tiene soberanamente aprendidos una y otra vez, a veces sin motivación concreta. Como último apunte, las coreografías, que aunque suene raro, vemos en el film, están perfectamente diseñadas y actúan de jeringuilla adrenalítica para algunas partes algo lentas. “Bienvenidos al mundo” se estrenó ayer viernes 29 de noviembre en las salas de toda España. Mi puntuación: 6,5 sobre 10.

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