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viernes, 15 de noviembre de 2013

LA HUIDA



Tras robar en un casino, los hermanos Addison y Liza (Eric Bana y Olivia Wilde) se dan a la fuga, pero sufren un accidente de coche. Deciden entonces separarse para llegar hasta la frontera canadiense, pero los sorprende una terrible tormenta de nieve. Mientras Addison emprende el camino campo a través, sembrando el caos a su paso, a Liza la recoge un ex-boxeador (Charlie Hunnam) que se dirige a casa para celebrar con sus padres (Sissy Spacek y Kris Kristofferson) la fiesta de Acción de Gracias.

Stefan Ruzowitzky realiza una especie de experimento que quiere simular un western moderno en la nieve, con personajes casi todos al margen de la ley (unos más que otros) y el elemento más humano y clásico que aportan las personas que están en el lugar menos adecuado en el momento menos adecuado. El centro de la acción es un hombre que acaba de salir de la cárcel, en ese intento de crear un personaje que inicia su proceso de redención y que se mueve en una línea delgada entre el bien y el mal, así como sucede con los westerns clásicos. La historia y el envoltorio (tanto de personajes como de localizaciones) bucea entre el telefilm y un más trabajado thriller de acción que pueda generar cierta intriga en el espectador: la trama y los conflictos de algunos personajes recuerdan mucho a este primer tipo de ficción que copan nuestras pantallas los fines de semana, pero tanto el reparto como algunos elementos parecen intentar negar la evidencia.

Uno de los puntos negativos del film es que en muchos de los compases iniciales, las tramas paralelas parecen que están muy desconectadas las unas a las otras, aunque luego acaben por confluir en la recta final. En este intentar negar la evidencia encontramos sobretodo un potente reparto que incluye nombres como los de la exuberante y siempre preciosa Olivia Wilde (“Rush”) o el camaleónico Eric Bana (“Star Trek”) dando vida a los hermanos del film, creando personajes planos que aunque quieren fortalecer con esa relación fraternal, no dejan de ser estereotipos bastante manidos. Interpretando al personaje en el que se focaliza mayoritariamente la acción tenemos al más desconocido para el gran público Charlie Hunnam (“Pacific Rim”). El reparto también lo completan míticos nombres como los de Sissy Spacek, Kate Mara o Kris Kristofferson, poniendo cierta cordura y sensatez al argumento del film. Mi puntuación: 5,5 sobre 10. “La huida” se estrena hoy viernes 15 de noviembre en la salas españolas.

miércoles, 24 de octubre de 2012

EL LADRÓN DE PALABRAS


Un escritor de éxito lee su nueva novela ante una multitud de entregados admiradores. En ella se narra la historia de un escritor fracasado que tiene la fortuna de encontrar un manuscrito. Lo publica como suyo y obtiene un éxito espectacular que lo convierte en uno de los mejores escritores de su tiempo. El autor del manuscrito resulta ser un anciano que lo escribió durante su juventud, cuando estuvo destinado en París tras la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), época en la que encontró al amor de su vida.

“El ladrón de palabras” es más obvia de lo que debería ser. Con un punto de partida que sugiere sentimientos y emociones tan fuertes en los seres humanos, que pudieran haber calado hondo en la gente que alguna vez se ha dedicado a escribir y que sabe de los sinsabores de la profesión y de la dificultad de triunfar en este mundo, el director y el equipo artístico se han encargado de convertirlo en algo bastante vacío, que se limita a contar la historia que encontramos en la sinopsis pero sin dotarla de alma. La película no conecta con el público, no conecta con sus personajes. Una de las razones a mi entender es la poca química existente entre la pareja protagonista que forman Bradley Cooper y Zoe Saldana, por no mencionar el hecho de que el protagonista de las dos entregas de “Resacón en las Vegas” no resulta creíble y echa por tierra en cierta medida aspectos positivos del trabajo de guion. Dennis Quaid y Olivia Wilde, que dan vida a otra de las parejas del film, que en una estructura de naipes estarían en la planta de arriba, son mucho más creíbles y aportan mucha más intensidad interpretativa. Porque esta película es una historia dentro de una historia, y además, una historia que cuenta esa historia dentro de esa historia. Esta estructura de cebolla podría haber dado mucho más juego y haber sido más intuitiva, más artística, pero de nuevo se hace muy obvia.

No todo en la película es plano, como ya hemos contado al mencionar la aportación correcta que hacen al film Olivia Wilde y Dennis Quaid en las breves escenas que comparten, así como sucede con la aparición del personaje de Jeremy Irons, que se nos revela como el más real y con el que más empatizamos. También encontramos como punto positivo una fotografía notable, plasmada con sencillez en las calles de New York. Cierran el reparto los actores Ben Barnes y Nora Arnezeder, dando vida a la pareja enamorada en París en la Segunda Guerra Mundial, que correspondería a los personajes de la última capa de la cebolla. Por otro lado, también hay en buenos diálogos y que hacen pensar e incluso reflexionar, pero son como pequeñas pinceladas dentro de un libro que está mal contado. El argumento de la trama sugiere mucho teóricamente, pero no alcanza ni la mitad del potencial que parecía tener, en parte por la ya mencionada inoperancia interpretativa de alguno de los protagonistas. Sin embargo, tampoco puede desdeñarse el poder de evocación que puede suscitar en el respetable, aunque lamentablemente casi con toda probabilidad solo se ejercitará en personas que hayan vivido en primera persona la esencia del mundo literario. Mi puntuación: 5,5 sobre 10. “El ladrón de palabras” se estrenará en los cines de España el 31 de Octubre.

miércoles, 23 de mayo de 2012

FINAL DE "HOUSE M.D."


La pasada madrugada del lunes se puso punto y final a una de las mejores series americanas de esta década, con un último episodio dónde se intentaba cerrar a un personaje, no a una serie ni a un grupo de personajes, lo que habría sido tarea casi imposible. Con el capítulo “Cuerpo y alma” dónde Wilson revelaba que tenía cáncer, se nos mostraba por dónde irían los tiros del principio del fin. Desde este capítulo, las historias del equipo de diagnóstico se separaron de la trama principal, que no era otra que la de House-Wilson, haciendo que la historia médica quedara claramente relegada y perdiera prácticamente todo el interés del espectador, lo que habla de la importancia y relevancia del gran protagonista de la serie interpretado por Hugh Laurie.  En estos episodios, se juega un poco a la telenovela, creando grandes eventos en las vidas de nuestros protagonistas (aunque sin llegar a la desmesura), algo lógico al tratarse de un cierre, para darle más épica y propiciar más emotividad a la hora de abordar los últimos coletazos.

Sin embargo, según avanzábamos hacia el irrevocable final, se me planteaba una duda: ¿Tal vez hubiera sido mejor volcar el conflicto más en la persona de House en vez de apostar por el cáncer de su único amigo? La estrategia de cosificarlo en Wilson para ver cómo reaccionaba o como gestionaba este problema Greg me parecía muy inteligente en un principio, pero según nos acercábamos al final me daba la sensación de que se estaban desperdiciando balas de poner a nuestro cínico doctor en una posición más límite. Sin embargo, en los dos últimos capítulos el conflicto vira definitivamente en la personalidad de House y logra cerrar circularmente su personaje, verbalizándolo este mismo con estas palabras: “¡La vida es dolor! Cada vez que me levanto por la mañana, me duele. Voy a trabajar con dolor. ¿Sabes cuántas veces quise rendirme?”. Así nos hace entender todo ese conflicto interior que ha arrastrado durante todo su viaje emocional en serie, y por qué en estos últimos capítulo se siente tan traicionado por Wilson, siendo incapaz de aceptar con resignación su muerte. Lo que intenta evitar el personaje de Wilson (Robert Sean Leonard) al final acaba sucediendo en la ficción: “Esta vez la cosa no va sobre ti. Mi muerte va sobre mí”. Sin embargo, es todo lo contrario.

Por ello, los guionistas se las ingenian para llegar a una situación crítica en el último episodio: Wilson va a morir en seis meses y House debe pasar cinco en la cárcel porque le han revocado la condicional. A partir de aquí, se buscan una forma original de, por un lado intentar recuperar todos los personajes del pasado posibles, y por el otro, dar un cierre al personaje. Este intento queda aceptable pero no notable, nostálgico pero no inteligente. El capítulo es irregular, y desde que entendemos que está debatiendo si suicidarse o no, la narración entra en un gran periodo dónde nada avanza, y parece que nos vamos a quedar con ganas de ver cosas. Hay cierto regusto al premiado capítulo de la primera temporada “Tres historias”, pero parece dirigirse bajo la batuta de mostrar personajes recuperados para el capítulo. Si hay que decir que es grandiosa la aparición de Zorra Implacable (Anne Dudek), y agradables las vueltas de personajes como Kutner (Kal Penn), Cameron (Jennifer Morrison) y Masters (Amber Tamblyn). El caso de su ex mujer  es excepcional, ya que está claro de que de haber aceptado volver Lisa Edelstein, ese papel le habría correspondido a Lisa Cuddy en vez de a ella, por lo que queda un poco insulsa e irrelevante. Se echa de menos que hubieran profundizado más en el regreso de Trece (Olivia Wilde) pero francamente había que apostar por una temática, y esta fue el cáncer inminente de Wilson. Los minutos finales y el consiguiente desenlace es un claro guiño a la saga de Sherlock Holmes (además de al funeral de Charlie Harper en “Dos hombres y medio”), haciendo un paralelismo que se ha mantenido durante todo el tratamiento de nuestro personaje y de la relación que tiene con Wilson, fingiendo ante el mundo y ante este último su muerte, para luego resucitar: destruye su vida para estar con su único amigo.  Con todo esto, en este último capítulo echo de menos alguna imagen realmente memorable lejos de las apariciones estelares, o bien alguna frase lapidaria que nos pudiera haber dejado como testamento nuestro querido y ahora finito Greg. Siempre es difícil dar un final con tantos episodios a tus espaldas: Un final apropiado pero no impactante ni inteligente.



miércoles, 2 de mayo de 2012

¿QUÉ ESPERAR DEL FINAL DE "HOUSE"?



“House M.D.” afronta su recta final. Mientras en España se está emitiendo el capítulo dieciséis de esta octava y última temporada, en EEUU se acaba de emitir el capítulo diecinueve, por lo que solo restan tres para despedir a nuestro cínico e inteligente médico.

En estos últimos compases, nos hemos encontrado con unas entregas más procedimentales de lo que cabía esperar, con la desaparición del personaje de Trece (Olivia Wilde) y con poco ahondamiento en personajes nuevos en los que se podía haber incurrido de una forma más personal, como por ejemplo la doctora Jessica Adams (Odette Anable), que no ha tenido ni siquiera un capítulo centrado en ella. Además, se ha perdido parte del potencial del personaje de Foreman (Omar Epps) ya que se le ha relegado a un papel más secundario al convertirse en jefe del hospital, dándole más importancia tanto a Chase (Jesse Spencer) como a Taub (Peter Jacobson) e incluso a Park (Charlyne Yi).  Una vez que el recurso del espejo en el que el caso que están tratando se refleja emocionalmente en uno de nuestros protagonistas ha perdido frescura, se debe profundizar más en la psicología de los personajes haciendo vínculos mayores entre ellos, algo que sí que se está notando desde el capítulo once. Entre estos episodios insípidos nos hemos encontrado eso sí con dos soberbios que son “Nobody´s fault” y “Chase”, centrados en este último personaje. El primero se alejaba de la estructura que suele tener un capítulo de “House” para vernos inmersos en una investigación que intentaba determinar quién había sido el responsable de un acto negligente, y en el capítulo consecutivo los guionistas buceaban sobre la decisión que debe tomar Chase cuando se convence de que la culpa de que lo que ha pasado es de “House”, preguntándose hasta que punto puede llegar a asumir la beligerancia y peligrosidad de los métodos de Greg solo por el hecho de que casi siempre lleva razón y que cura a más pacientes que cualquier otro médico. 


Sin duda “House” es una de las mejores series de la historia en la que las relaciones de personajes están mejor construidas. La base de su éxito nunca ha estado en sus casos médicos. El personaje de House (Hugh Laurie) es uno de los mejores antihéroes que se han dibujado nunca en ficción: un hombre que se odia a sí mismo, que tiene un gran sentimiento de culpa y que es incapaz de ser feliz, que cree que el único don que tiene es ser un gran médico, y no lo sacrifica por nada, por lo que es penoso en las relaciones humanas, pero a la vez mordaz y divertido. Otro de los grandes puntales es su “buddy-relationship” con Wilson (Robert Sean Leonard), creando un verdadero vínculo cimentado en un tira y afloja emocional que recuerda a la relación entre Sherlock y Watson. Por último, se puede decir que los demás personajes se han ido forjando a la imagen y semejanza de Gregory House, personajes en los que los errores y el carácter del médico son totalmente patentes inscritos en su ya de por sí bien construida personalidad. ¿Qué nos debemos esperar en estos últimos episodios? Por un lado vuelve el personaje de Trece, y estaría bien que trataran de forma más inmediata su enfermedad de Hungtinton, ya que solo se ha usado hasta ahora como backround de personaje. Así mismo sucede con el personaje de Cameron (Jennifer Morrison), que vuelve solo para el último episodio. Un verdadero puntazo sería que Cuddy (Lisa Eldelstein) al menos volviera para este episodio final, ya que ha sido uno de los grandes apoyos de la lenta y disruptiva evolución que ha tenido House.  Una última pista para saber que nos deparará el final es el nombre del último capítulo: “Everybody dies”, haciendo homenaje a ese ya célebre “Everybody lies”. ¿Puede tener que ver con el personaje de Trece? ¿Darán cierre al personaje de House de la forma más radical que se le puede dar en una serie de ficción?
 

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