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miércoles, 14 de agosto de 2013

FINAL DE LA 2ª TEMPORADA DE "PULSERAS ROJAS"



“Pulseras rojas” acabó la andadura de su segunda temporada, que constó de dos capítulos más que la primera, esta pasada noche del lunes en Antena 3. Esta nueva tanda de episodios evidenciaron que la producción de Albert Espinosa todavía es capaz de emocionar, pero que las tramas dentro del hospital se estaban desgastando poco a poco, por lo que se ha tenido que recurrir a ciertos artificios para levantar el interés del espectador.

Si es cierto que antes esta repetición inevitable de tramas que ya habíamos visto, se ha optado por intentar desmarcarse un poco del estilo común de la serie para regalarnos algún episodio especial que se saliera de tono. Estos dos episodios han sido los momentos previos a la muerte de Benito, donde éste relataba a Lleó como él también llegó a formar un grupo con los hermanos de su familia, y que estaban interpretados por los mismos actores de los Pulseras Rojas; en el segundo, Álex llegaba al hospital para mostrar a Lleó como sería su vida si nunca hubiera tenido cáncer, lo que había ganado pero también lo que había perdido. También podemos englobar entre éstos un capítulo en que un preso con cáncer ponía en jaque la vida de todos los Pulseras, siendo salvados in extremis. En este proceder tan atípico, también hemos tenido que los dos últimos episodios de la temporada se alejaban totalmente de los decorados del hospital para mostrarnos a unos Pulseras que acompañaban a Lleó en su viaje de libertad en el momento en que decide dejar de luchar contra el cáncer. 

Si el elemento fantástico de la primera temporada lo ponía el coma de Roc transformado en una piscina que otros personajes –Toni y el señor Benito- podían visitar, en esta se ha vuelto a recuperar el personaje de Álex, metafórico ángel que sobrevuela las alas del hospital y que nunca se explica claramente quién o qué es. Los personajes han estado menos justificados que en la primera temporada, ya que cada vez veíamos más la mano de los guionistas para hacer que los Pulseras Rojas se juntaran: el caso de Roc es el más extremo, ya que además de ser el menos definido (que chocantemente es el “imprescindible” de los Pulseras) es imposible creerse que se pierda una prueba tan importante solo por una especie de corazonada. El gran acierto de la temporada ha sido la incorporación de Rim (interpretada por la sorprendente Laia Costa) y de los mini-pulseras, que han ejercido la primera como un espejo de Lleó (por otro lado, protagonista absoluto de la temporada), y los segundos como cierto alivio cómico en determinados momentos. La aparición continua del espíritu Ignaci apoyando a Jordi y haciéndole volver a ser quien era, ha acrecentado este sentimiento especial y mágico que ha rodeado los episodios. 

En el apartado musical, se ha seguido optando por una banda sonora en catalán exquisita que son un elemento más de la serie (imperdibles esos momentos con “Fil de llum”, “Quan es faci fosc” o “Res tornarà a ser igual”), casi un personaje más, pero de la que en ocasiones se abusa con demasiada impunidad. La temporada acaba con los Pulseras fuera del hospital, con Cris que suponemos que tendrá que volver en algún momento, pero con Toni, Jordi y Roc que no tienen ninguna excusa real para volver si los guionistas así lo necesitan. Mientras Lleó, tras haber leído una carta que le dejó Benito antes de morir, parece haber decidido si sigue luchando o se abandona a lo inevitable. La supuesta tercera temporada nos plantea unos cuantos interrogantes: ¿Cuál ha sido la decisión de Lleó? ¿Aguantará la productora tres años para la siguiente temporada como quieren Espinosa y Freixas? ¿Nos encontraremos entonces a los Pulseras conviviendo juntos fuera del hospital? ¿Habrá sobrevivido Lleó?

jueves, 9 de agosto de 2012

1ª TEMPORADA DE "PULSERAS ROJAS"


Esta serie catalana que ha traspasado las fronteras regionales para pasar a emitirse doblada al castellano en el prime time de Antena 3, trata sobre la amistad, la superación y las ganas de vivir. La historia está ambientada en un hospital, donde el protagonismo no corresponde a los médicos, sino a los pacientes, chicos de entre ocho y diecisiete años que tienen todas las inquietudes propias de su edad y las mismas ganas de reírse, de enamorarse y de descubrir cosas nuevas que cualquier otro chico.

Esta premisa es la que nos encontrábamos también aclamada “Planta 4ª”, del también escritor y guionista Albert Espinosa. Y todos los que piensen que la serie es la película pero más larga y dividida en capítulos, no se equivocan. Y el que no se equivoquen en ningún momento es una mala noticia. Ya que la película, y así la serie, emocionaba, contaba cosas interesantes y estaba tratada con una ternura que hará las delicias del espectador que tenga un mínimo corazoncito. Vendida como la serie que emocionó a “Steven Spielberg” (y cuya adaptación norteamericana próximamente correrá a su cargo), también emocionará al resto de la gente. Y es que tratando el tema que trata también es justo reconocer que es relativamente sencillo y humano suscitar este sentimiento en el televidente. El rasgo distintivo lo pone la visión del director, una persona que ha pasado por todas esas vivencias y que sabe lo que habla de primera mano (y los escritores siempre tienen que hablar de lo que saben, y él sabe mucho), además de la espontaneidad de unos actores que enseguida recrear una química que a la vista está que trasciende las fronteras de la pantalla. Porque esta serie es una serie de actores, de personajes, no de tramas. Porque la trama es la que es, las enfermedades son las que son y los problemas argumentales a los que se van a enfrentar son bastante obvios, siendo un hospital con niños con miembros amputados y superando diversos cánceres.

Pero ahí es donde entran los personajes y la visión del director, porque a la vez que le cáncer tendrán que superar un desengaño amoroso, un partido perdido o un abandono. Como la gente normal. Y aquí, como para mí ocurría en “Perdidos”, entra el elemento que relaciona un grupo de gente real en un mundo con unos códigos maravillosos y dibujados por la producción. En ese caso era una isla y un contexto de ciencia ficción, aquí el universo particular corre a parte de uno de los protagonistas, que lleva dos años en coma, y en el que su sueño no es algo intangible sino una piscina enorme donde compartirá momentos con alguno de sus amigos. Y nos creemos todo porque los personajes son reales, los sentimientos son reales. Nos encontramos primero al chico con el que comienza el relato (Igor Szpakowski) y cuyo punto de partida sitúa a la serie en el día que van a amputarle la pierna cancerosa. Enseguida entra en juego Lleó (Álex Monner), un chico con gran carácter pero unas grandes ganas de vivir y que pronto se convertirá en el líder del grupo. La chica, Cristina (Joana Vilapuig), que se debatirá desde un principio entre la amistad con el primero y el amor del segundo. Uno de los personajes más especiales de Espinosa corre a cargo de Toni (un espléndido Marc Balaguer),  un chico con retraso que ve todo desde un punto de vista inocente y a la vez tan cruelmente verdadero que es uno de los pilares de la serie. Uno de los últimos en llegar es Ignasi (Mikel Iglesias), el típico malote de clase que se ve obligado a permanecer en el hospital más tiempo del que pensaba. Y por último está el niño en coma (Nil Cardoner), el imprescindible y el pegamento de todos ellos. La amistad surge desde el primer momento, plasmándose en la fotografía que cierra el primer capítulo. A partir de aquí, todo es vivir.

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