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lunes, 5 de mayo de 2014

EN APATÍA SECUELAS DEL ODIO



Marcos (Álvaro Díaz Rodríguez) es un joven acomodado que vive a base de excesos para evadirse de las situaciones de la vida real que le golpean pero prefiere evitar. Tras el suicidio de su novia y la muy complicada relación que tiene con su madre, se vuelca en su amigo Víctor (Christian Casas) al que arrastrará por el mal camino. Lo que no sabe es que siempre habrá alguien para cuidar de él, aunque no lo parezca o se mantenga en la sombra desde su abuela, la madre de su amigo, la mejor amiga de su novia o incluso su “padre”.

El mexicano Joel Arellanes Durán dirige y escribe su primera película, con producción íntegramente española, basándose en una serie de situaciones reales que ha ido documentando para unirlas y dar forma a su guión generando un claro mensaje moral. En algunos momentos “En apatía. Secuelas del odio” roza peligrosamente con convertirse en un panfleto propagandista en defensa de la creencia en dios, o como mínimo en una entidad mística que siempre va a estar ahí para protegernos y que nos va a hacer ser mejores personas. Como apuntó en la rueda de prensa, el realizador defiende que el poder creer en algo te hace creer en tu entorno y esforzarte por mejorarlo. Aunque la película no dice abiertamente que haya que creer en la existencia de un dios, sí que plantea algunas preguntas que deja abiertas a la libre interpretación del espectador sobre qué hay más allá de la muerte, o si nuestros actos en la vida de verdad merecen la pena o trascenderán de alguna manera.

Las carencias de la cinta son muy evidentes a nivel de producción y presupuesto, recordando en muchas ocasiones a un producto televisivo más que a una película concebida para ser exhibida en salas. Ya desde los títulos de crédito iniciales podemos ver que son los propios de una obra del mercado doméstico que de una película. Los actores están demasiado marcados por un guión en ocasiones reiterativo y que no ayuda a una buena aceptación de las ideas de la cinta por su excesivo subrayado. Así, las interpretaciones y los rasgos distintivos de los personajes recuerdan más al formato del melodrama que a una visión realista como sería lo preferible para estas intenciones que defiende. La calidad de imagen, la edición y la sonorización de la película dejan bastante que desear y tal vez con una mayor inversión se podrían haber solventado. Mi valoración: 4,5 sobre 10. “En apatía. Secuelas del odio” se estrena este viernes 9 de mayo en los cines españoles.

Crítica de Sergio Cardete.

domingo, 25 de noviembre de 2012

CUESTIONARIO A LUCÍA RAMOS, ANTONIO GARRIDO Y ANA Mª POLVOROSA

En la segunda parte del cuestionario que inauguramos el jueves pasado con motivo del estreno de la película “FIN”, ahora tenemos a tres actores más que respondieron en el photocall: Uno de los actores que participan en la película como es Antonio Garrido (“Los protegidos”), a la guapísima Lucía Ramos (“Física o Química”) y a la próxima “fenómeno” Ana María Polvorosa (“Aída”).



En la película, los protagonistas van desapareciendo uno a uno. ¿Ha habido algún momento que recuerdes en que hayas querido desaparecer? ¿Cuál sería tu lugar ideal para hacerlo?
Lucía Ramos: Pues a veces cuando me siento muy agobiada sí que me gustaría desaparecer. Probablemente elegiría otro país distinto al que vivo, quizás a Londres o a Roma, que son ciudades que particularmente me encantan.
Antonio Garrido: Sí, hay momentos en el que todo el mundo hemos querido decir “Tierra, trágame”, sí. Lo que pasa es que en ese momento te parecen muy importantes, pero cuando pasa el tiempo te das cuenta de que tampoco lo son tanto. Ahora, si yo tuviera, no que desaparecer, pero sí perderme en algún sitio, no sé donde lo haría si te digo la verdad, aunque sí sé con quién.
Ana María Polvorosa: Pues sí, en muchos momentos de mi vida me encantaría desaparecer. Y me iría a un sitio que estuviera desierto, que tuviera playa al poder ser (Risas)… aunque en plena montaña tampoco me importaría.

Los personajes de la película que se pierden, estaban ya perdidos en sus vidas. ¿Qué es para ti el miedo a perderte física o emocionalmente?
Lucía Ramos: Yo creo que el sentido de perderme emocionalmente sería dejando la mente un poco en blanco y sin pensar en nada. Ese sería el punto yo creo, descansar un poco.
Antonio Garrido: Has dicho la cosa muy inteligente. Porque la mayoría de la gente no se da cuenta de que la mayoría de los personajes de la película cuando desaparecen tienen un conflicto interior que hace que ellos mismos estén perdidos. (Piensa) Hay muchas situaciones en los que la gente está perdida, y todos hemos también tenido situaciones en los que hemos estado perdidos. Cuando le faltas al respeto a alguien y cuando haces cosas de las que te arrepientes, en ese momento siempre estás perdido. Y la parte graciosa sería un viernes por la noche, cuando vuelves de copas, estás perdido.
Ana María Polvorosa: Pues supongo que para mi perderme a nivel vital es no encontrar el rumbo de tu vida, no saber por dónde quieres tirar.

¿Qué opinión te merecen los rencuentros con antiguos amigos o antiguos alumnos?
Lucía Ramos: Pues yo creo que francamente está muy bien, recuerdas viejos tiempos y te vienen a la memoria cosas que creías olvidadas.
Antonio Garrido: Pues mira, te digo la verdad. Mis antiguos compañeros de un colegio en el que estaba jamás tuve relación con ellos, y cuando empecé a salir en la televisión y a ser conocido me llamaron todos para la reunión de fin de curso. Evidentemente, no fui.
Ana María Polvorosa: Pues para mi son iniciativas geniales. De hecho a mi me gustaría reunirme con todas mis amigas de hace muchos años, que al final pues cada una va tirando por su camino, cada una vamos haciendo nuestras carreras, yo voy tirando por mi lado… Pero sí, estos rencuentros de amigos lejanos y que hace tiempo que no ves me parecen maravillosos.

La trama de la película es postapocalíptica. ¿Cómo te imaginas el fin del mundo?
Lucía Ramos: Yo prefiero no imaginármele, de verdad, porque soy muy hipocondríaca… (Risas) y si me lo imagino ya no puedo vivir bien, ni vivir a gusto. Prefiero no imaginármelo, prefiero que no exista, y si existirá espero que sea dentro de mucho, mucho tiempo.
Antonio Garrido: ¡Ostras! (Risas) Pues... como un apagón, que de repente saltan los plomos y ¡adiós!.
Ana María Polvorosa: ¡Qué no se va a acabar el mundo, hombre! (Risas) Bueno, esperemos que no, ¿y si se acabará qué? ¿Qué hacemos? ¿Si nos acabamos todos, no? Yo no me quiero quedar sola (Risas)… Pues a mi me gustaría mucho que existiera el cielo e irnos todos allí con los angelitos, con las nubes, a un sitio muy bonito…

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