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martes, 25 de noviembre de 2014

ZERO THEOREM


Qohen Leth (Christopher Waltz) es un excéntrico genio de los ordenadores que vive en un mundo corporativo controlado por una oscura figura llamada "Dirección". Recluido en el interior de una capilla en ruinas, Qohen trabaja en la solución a un extraño teorema, un proyecto que podría descubrir la verdad sobre su alma y el significado de la existencia (o la falta del mismo) de una vez por todas.

El inclasificable director Terry Gilliam nunca deja indiferente ni a sus fans ni a sus detractores, y su última película, “Zero Theorem” no iba a ser una excepción. La historia nos sitúa en el tesitura de un hombre inyectado en una encrucijada vital en el que toda su atención se centra en contestar una llamada que él cree le revelará el sentido de su existencia. Este personaje se nos muestra pavoroso, gélido, antisocial, en cualquier tipo de contacto que no incluya su computadora y su reserva artificial contra los ataques exteriores que le arroja la vida. Aunque el fondo filosófico que se plantea en la historia es interesante y hace que en ciertos momentos te llegues a plantear cuestiones sobre qué estamos buscando realmente en el significado de la vida, cuál es el propósito, y si en realidad queremos o no queremos respuestas ante esas preguntas, el fondo, aunque bañado de una estética en ocasiones tétrica y en ocasiones punk, resulta a ser aburrido en la medida en que comenzamos a entender que la película no ofrece nada más que eso.

El personaje, aunque interesante en su contexto y en su prerrogativa, no está muy bien definido, y Christopher Waltz se disuelve en una interpretación de un hombre atormentado, lleno de dudas, que daría todo lo que tiene –que es prácticamente nada- por una respuesta al devenir de su existencia. Ya en el apartado reparto, tenemos que uno de los alicientes es volver a ver a la magnífica Tilda Swinton, que está apostando recientemente por papeles rayanos a una estética pulp de comic, como también la pudimos ver en una caracterización muy similar en “Snowpiercer”, y por otro lado a Matt Damon en un papel al que no estamos muy acostumbrados a degustarle. Aunque Terry Gilliam suele hacer que en sus películas sea difícil hacer una crítica a medias tintas, en esta ocasión sí tengo que hacerlo, ya que el poso filosófico –que tal vez se podía haber quedado ahí en forma de ensayo o de cortometraje- se me antoja sugerente pero la forma en que está tratado sin embargo se me queda algo inocua. Mi puntuación: 6 sobre 10. “Zero Theorem” se estrena este viernes 28 en las salas españolas.

domingo, 20 de marzo de 2011

INSIDE JOB


Documental sobre las causas y los responsables de la crisis económica mundial de 2008, que para millones de personas significó la pérdida de sus hogares y empleos y que puso en peligro la estabilidad económica de casi todos los países desarrollados. A través de una extensa investigación y entrevistas a fuentes financieras, políticos y periodistas, se muestra el auge de empresarios sin escrúpulos y la degradación de la política y la educación. Presenta la indignante historia de un “gobierno de Wall Street” y explica cómo esta reciente crisis financiera ha sido efectivamente un “inside job” o delito interno colectivo ejecutado por banqueros, políticos, agencias calificadoras, burócratas y profesores universitarios, quienes utilizaron la desregulación para crear y promover complejos instrumentos financieros derivados y titulizados para beneficiar sus propias cuentas bancarias, mientras hacían la vista gorda cuando el mercado subprime de hipotecas se desplomó, arrasando con los ahorros de toda una vida de muchas personas comunes y corrientes.

Pese a qué algún tecnicismo y el desarrollo de la explicación de la primera parte puede resultar algo confusa para gente no muy entendida en materia económica, como es mi caso, o por lo menos con un mínimo conocimiento de cómo funciona la bolsa en el mundo actual, poco a poco el retrato de la situación se va a haciendo clarividente para el espectador y ni a pesar de ser despistado brevemente por algún concepto de difícil comprensión o algún tecnicismo aislado, logramos comprender a grandes rasgos y con bastante facilidad el desarrollo económico que nos ha llevado hasta esta crisis. Y que cómo el documental se encarga de dar a entender, no ha sido un accidente sino que ha sido un fraude, un delito fraguado a través de los años gracias a la desregulación de la bolsa, que unos cuantos aprovecharon para su propio beneficio. El documental está narrado por el famoso actor Matt Damon, que es más curiosidad que otra cosa. Las preguntas a todo el “elenco” entrevistado son arriesgadas e inciden con valentía en sacar unas mínimas confesiones a las personas mayoritariamente implicadas en el fraude, o mejor dicho, a las que accedieron a entrevistarse, intentando hacerles reconocer que tenían conocimiento de lo que estaba pasando, intentando sacarles de esa frase unificada de que fue un accidente y que no sabían hacia dónde iba la bolsa y la situación económica general que se nos venía encima. Resulta más que clarificador por ello el cinismo de las respuestas de los implicados, y el documental logra un retrato tan verídico de estas personas, que ellos mismos se retratan cuando contestan a las preguntas más comprometidas con evasivas, con balbuceos o con respuestas en los que se puede atisbar con claridad la prepotencia de estos grupos de gente y la forma que tienen de mirar para otro lado. Estos titubeos no se eliminan del montaje, sino que son potenciados en él para dar cuenta de la forma de actuar de las personas que fueron gran parte del engranaje que nos ha llevado a la situación en la que estamos.

martes, 1 de marzo de 2011

DESTINO OCULTO


David Norris (Matt Damon), un carismático congresista destinado a triunfar dentro de la política nacional, conoce a una guapa bailarina de ballet (Emily Blunt), que alterará completamente su vida. Norris descubrirá entonces que posiblemente hay fuerzas sobrenaturales que intentan mantenerlos separados, y tratará de descubrir cuáles son las causas.

Esta adaptación de la historia de Philip K.Dick, dirigida por el guionista de “El ultimátum de Bourne”, intenta abarcar demasiados géneros, entre los cuáles se encuentran la ciencia ficción, el thriller o la comedia romántica. Este compendio tan variopinto, buscado o no, provoca que nunca termine de definirse por completo y navegue por estos mares narrativos naufragando sin remedio. Cómo se ha dicho, el relato no acaba de encontrar su forma y su sentido único, y los actores protagonistas (Matt Damon y Emily Blunt), aunque con cierta química, no logran sostener el film con sus interpretaciones, ya de por sí muy difícil de sostener. A esto se le suma que los personajes importantes no tienen muchos elementos atractivos para que el espectador siga su particular odisea. Aunque los primeros diálogos de galanteo y toma de contacto entre la pareja pueden resultar medianamente ingeniosos y agudos, pronto estos perfiles se diluyen en una carrera contra lo imposible, que desde el principio, cuando se ponen todas las cartas encima de la mesa, sabemos qué no va a acabar con una explicación lógica o medianamente satisfactoria. Algo que queda patente en el desenlace, tan gratuito cómo se podía prever y que usa mano del recurso “Deux ex machina”, pero que tan pocas veces surte efecto. Respecto a “los enemigos” que incordiarán a la pareja intentando que se cumpla su profético destino en vez de ceder ante el libre albedrío, a los que podemos denominar “observadores activos” (haciendo un homenaje a la gran serie “Fringe), en vez de dar miedo o resultar inquietantes, en muchos lances del discurso resultan incluso algo cómicos, lo que acrecienta este batiburrillo de géneros y sentimientos en el que la película no es capaz de encontrar su sitio. La gran formación en el montaje de escenas de acción del director no sirve para mucho en este film, que por un lado no tiene la función primordial de crear tensión (excepto en momento muy concretos). Ni siquiera la baza de ocultar al espectador un “ser supremo” o que controla sobre todos ellos el mapa del destino han sido capaces de sacarle partido, habiendo introducido o bien un giro final algo llamativo (que no impactante, ya que suele acabar siendo inverosímil). A nivel global sí que hay un intento de profundizar con más o menos acierto en la idea del destino y el libre albedrío, pero parece claro que mientras que en el libro se trata de una forma inquietante y consistente, aquí se queda algo desangelada.

jueves, 27 de enero de 2011

VALOR DE LEY


Cuando el padre de la joven Mattie Ross es asesinado a sangre fría por el cobarde Tom Chaney (Josh Brolin), ella decide hacer justicia. Busca la ayuda del veterano sheriff Rooster Cogburn (Jeff Bridges), un borracho de gatillo fácil, y se marcha con él para atrapar a Chaney. Ambos perseguirán al criminal hasta territorio indio, para encontrarle antes de que un Ranger de Texas (Matt Damon) le atrape y lo lleve de vuelta a Texas por haber asesinado a otro hombre.

Esta es la historia que nos cuentan aquí los hermanos Cohen, adaptando la novela de Charles Portis, que por otro lado ya había sido llevada al cine en el año 1969 por Henry Hathaway. Tratamos de principio a fin con un western duro, brutal, crudo y sin concesiones. No hay lugar aquí para el maquillaje ni los personajes ni situaciones edulcoradas. La trama y los protagonistas son secos, sobrios y brutales. Esta trama a la que se ha hecho mención no es lo importante del film, lo que se nos trata de contar es la situación difícil a la que tiene que enfrentarse una chica joven en una época y un contexto tan duro como la propia pérdida de su padre. Lo importante es cómo canaliza la chica esas ansias de venganza, arrastrando en ello a dos tipos, en teoría más maduros, y que desde el principio se revelan con otros intereses ocultos que radican más en la lucha de sus propios demonios.  El inicio de la narración es un poco floja, le cuesta despegar y es bastante redundante y pasiva en la preparación de la intriga, ya que aunque esta pieza es una revisión de otro western, a este género sí se le piden ciertas dosis de acción, violencia (soterrada o no) y otros elementos narrativos que en el primer tramo parecen estar preparándose con tanta parsimonia que el espectador puede llegar a impacientarse, pero que se suple con creces y sobriedad en los dos tercios restantes de film.

A una gran banda sonora y una fotografía excelente con influencias notables de los grandes de este género hay que añadir el notable componente interpretativo que completa el abanico de aciertos de la película. Tenemos a un excelente Jeff Bridges, en un papel hecho a su medida en la etapa de madurez interpretativa en la que se encuentra; también a un Josh Broslin que se siente como en casa últimamente en la categoría del western, y que lo hace tan sencillo que no parece ni haberse esforzado para desarrollar el papel,  algo que es tan meritorio como representativo. Matt Damon lanza una bengala a su favor con este papel al que no nos tiene acostumbrado y que le resuelve con gran sobriedad, no quedándose para nada a la estela de Bridges o Broslin.

miércoles, 28 de noviembre de 2007

OCEAN'S THIRTEEN

Los doce se vuelven a juntar, más uno. Esta vez una estrella a la altura de Clooney o Pitt (Andy García), pero quienes realmente brillan son las incorporaciones del otro bando: una desatada Ellen Barkin y Al Pacino, aunque la voz en versión castellano de este segundo necesita de un esfuerzo sobrehumano por ubicarla y aceptarla como tal (más apropiada para "Donnie Brasco"), hasta el punto de que en la primera mitad de la película echas inevitablemente de menos a su doblador clásico (la voz de De Niro). Es sin duda peor que la primera y no sé si mejor que la segunda, aunque sí más verosímil (aunque espectacular, deja unos cuantos resquicios para la explicación racional y no abundan tanto las casualidades circunstanciales). El film es en su mayor parte una sucesión de diálogos pretendidamente originales y glamurosos al servicio de cada uno de los actores de mayor caché, exceptuando los personajes de Pacino, Damon y Barkin qué tal vez por ello son los que dan algo de intensidad al film. Cómo he dicho anteriormente, la trama se vuelve más realista que en su antecesora después de un inicio de muy bajo interés dramático (la aparición de Pitt y la traición de Willy Bank a Reuben que le deja en las últimas) que parece contada deprisa y corriendo para quitárselo de encima cuanto antes. Pero todo ese glamour y las incorporaciones no son suficiente para poder calificar la película de digna respecto al espíritu original de la saga (echo de menos sobre todo un principio tan original y distendido que te haga meterte de lleno en la historia, y un giro final sorprendente) aunque el ritmo narrativo de Steven Soderbergh consigue dar suficiente dinamismo a la historia deleitándonos con alguna escena excelentemente desarrollada por lo que tampoco es justo calificarla decepcionante, solo que es más de los mismo y eso ya lo tuvimos en Ocean`s twelve. Sin duda, el caché de actores como Brad Pitt, George Clooney o Matt Damon ha relegado a una posición casi esporádica a actores como Don Cheadle, Andy García, Bernie Mac o incluso Al Pacino que no disponen de minutos necesarios para adueñarse de sus personajes y aportar relevancia: aunque quizá lo único que nos querían ofrecer era la complicidad y el glamour de los tres estandartes de la saga.

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