jueves, 27 de enero de 2011

VALOR DE LEY


Cuando el padre de la joven Mattie Ross es asesinado a sangre fría por el cobarde Tom Chaney (Josh Brolin), ella decide hacer justicia. Busca la ayuda del veterano sheriff Rooster Cogburn (Jeff Bridges), un borracho de gatillo fácil, y se marcha con él para atrapar a Chaney. Ambos perseguirán al criminal hasta territorio indio, para encontrarle antes de que un Ranger de Texas (Matt Damon) le atrape y lo lleve de vuelta a Texas por haber asesinado a otro hombre.

Esta es la historia que nos cuentan aquí los hermanos Cohen, adaptando la novela de Charles Portis, que por otro lado ya había sido llevada al cine en el año 1969 por Henry Hathaway. Tratamos de principio a fin con un western duro, brutal, crudo y sin concesiones. No hay lugar aquí para el maquillaje ni los personajes ni situaciones edulcoradas. La trama y los protagonistas son secos, sobrios y brutales. Esta trama a la que se ha hecho mención no es lo importante del film, lo que se nos trata de contar es la situación difícil a la que tiene que enfrentarse una chica joven en una época y un contexto tan duro como la propia pérdida de su padre. Lo importante es cómo canaliza la chica esas ansias de venganza, arrastrando en ello a dos tipos, en teoría más maduros, y que desde el principio se revelan con otros intereses ocultos que radican más en la lucha de sus propios demonios.  El inicio de la narración es un poco floja, le cuesta despegar y es bastante redundante y pasiva en la preparación de la intriga, ya que aunque esta pieza es una revisión de otro western, a este género sí se le piden ciertas dosis de acción, violencia (soterrada o no) y otros elementos narrativos que en el primer tramo parecen estar preparándose con tanta parsimonia que el espectador puede llegar a impacientarse, pero que se suple con creces y sobriedad en los dos tercios restantes de film.

A una gran banda sonora y una fotografía excelente con influencias notables de los grandes de este género hay que añadir el notable componente interpretativo que completa el abanico de aciertos de la película. Tenemos a un excelente Jeff Bridges, en un papel hecho a su medida en la etapa de madurez interpretativa en la que se encuentra; también a un Josh Broslin que se siente como en casa últimamente en la categoría del western, y que lo hace tan sencillo que no parece ni haberse esforzado para desarrollar el papel,  algo que es tan meritorio como representativo. Matt Damon lanza una bengala a su favor con este papel al que no nos tiene acostumbrado y que le resuelve con gran sobriedad, no quedándose para nada a la estela de Bridges o Broslin.

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