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viernes, 8 de noviembre de 2013

LA CABAÑA EN EL BOSQUE



Cinco adolescentes se preparan para pasar el fin de semana en una remota cabaña, situada en un bosque, sin medios de comunicación con el exterior. En el sótano encuentran una extraña colección de reliquias y, entre ellas, un diario que habla de la antigua familia de psicópatas que ocupó la casa. Lo que no sospechan es que están siendo observados y que su vida corre peligro.

“La cabaña en el bosque”, estrenada hace bastantes meses ya en EEUU, por fin llega a nuestras pantallas como un soplo de aire fresco al manoseado y vilipendiado género del terror adolescente, una vuelta de tuerca necesaria a los códigos que lo frecuentan, algo que yo como espectador es lo que les pido a los géneros que están ya tan incursionados. Así pues, la apuesta que hace Drew Goddard es como una suerte de reflexión final sobre el género, que sabe sacarle partido en el apartado de comedia y de metalenguaje. La película tiene la dosis justa de sustos, de gore contenido, de humor basado prácticamente en la parodia y de frases prototípicas que tampoco se esfuerzan en ser demasiado rompedoras. En este jugar con los estereotipos del género del terror adolescente donde se realiza un viaje y alguien/algo acaba eliminándolos uno a uno, y desde que se comenzó a sacar partido de sus propias carencias en la saga “Scream”, vuelve a plantear el quinteto clásico para deleite del espectador: la rubia, el empollón, el deportista, el tonto y la virgen.

Uno de estos protagonistas, el atractivo deportista concretamente, está interpretado por el ahora muy de moda Chris Hemsworth (“Thor” o “Rush”), pero también se me hace necesario resaltar el curioso “fool” –el tonto- conseguido en la este quinteto, interpretado por el más desconocido Fran Kranz, que sin sobreactuar, tiene de vez en cuando una frase pertinente que saca la sonrisa al espectador. A todos estos atributos, hay que añadirle la introducción de un elemento extra al argumento que no citaré para no hacer spoilers; solamente decir que en este elemento están muy relacionados los personajes interpretados por Richard Jenkins (“Six feet under”) y Bradley Whitford (el falso John El Rojo de “The Mentalist”), algunos de los míticos de la autoparodia y de cierto sentido del humor que se respira en esta cinta. Mi puntuación: 7,5 sobre 10. “La cabaña en el bosque” se estrena el viernes 8 de noviembre en las salas de toda España.

sábado, 2 de junio de 2012

¡POR FIN SOLOS!


Beth Winter (Diane Keaton) es una mujer que padece el síndrome del nido vacío. Como su marido Joseph (Kevin Kline) es un hombre abstraído y encerrado en sí mismo, el único consuelo de Beth es un perro que ha encontrado abandonado en la carretera. Cuando Joseph pierde al perro durante una boda celebrada en la casa que tienen en las Montañas Rocosas, Beth moviliza a todos los invitados para emprender una búsqueda a gran escala que dará lugar a una aventura imprevisible.

El título en español es el enésimo ejemplo del pésimo sentido de la traducción que tienen los que ponen los títulos de las cintas en español, ya que no tiene nada que ver con lo que va la película. Cosifica un conflicto en un perro recién adoptado que se pierde, pero realmente en el proceso de su búsqueda, no le están buscando a él sino que se están buscando a sí mismos. La película utiliza los primeros veinte minutos de metraje para presentarnos a los personajes de una forma bastante ordinaria y simplona, así como las relaciones de parentesco entre ellos y los problemas que hayan surgido en su convivencia. Por ello, el principio se hace un poco lento, porque le falta contenido bienhumorado y nos hace augurar lo peor en una comedia: Que no nos haga reír. Sin embargo, esta estrategia se revela efectiva al poner las piezas en el tablero que se moverán posteriormente por sí solas, sin necesitar grandes situaciones cómicas ni elementos externos para sacarnos la sonrisa, que no la carcajada. Esta es francamente una película de sonrisa, no de carcajada. El humor nos viene dado por las miradas, por diálogos afilados que se sacan de la chistera de vez en cuando, sin excederse ni llegar a ser pedantes.

La elección de Diane Keaton y Kevin Kline no es casual, ya que estos dos intérpretes atesoran una gran vis cómica desde la economía de gestos. La primera, como si de la saga Keaton (por Buster, claro está) formase parte, es capaz de hacer aflorar una risa en el espectador solo con una mirada cómplice, y su pareja protagonista, como si fuera el hermano de la familia, es capaz de sacarte una sonrisa desde su adusta seriedad: ante tan rígida estampa de Kline, cuando habla, es profundamente hilarante. Ante todo esto, no quiero decir que sea una comedia descacharrante, ya que el humor fluye con lentitud, con paso firme pero sin estridencias y gracias a un guion en ocasiones efectivo y en ocasiones algo irregular. A mi entender uno de los fallos del reparto está en la elección de Mark Duplass, que tiene una química bastante limitada con Ayelet Zurer, que da vida a la camarera gitana del restaurante dónde celebran la boda. Por todo lo demás, este sixteto protagonista que se encargará de la búsqueda del perro y que se irán turnando en parejas a lo largo del metraje, funciona en casi todas las posiciones del tablero: tanto en sus relaciones de complicidad, como de conflicto o animadversión, y en los arcos de transformación que se producen ante ellos. Mi puntuación: 6 sobre 10.

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