sábado, 2 de junio de 2012

¡POR FIN SOLOS!


Beth Winter (Diane Keaton) es una mujer que padece el síndrome del nido vacío. Como su marido Joseph (Kevin Kline) es un hombre abstraído y encerrado en sí mismo, el único consuelo de Beth es un perro que ha encontrado abandonado en la carretera. Cuando Joseph pierde al perro durante una boda celebrada en la casa que tienen en las Montañas Rocosas, Beth moviliza a todos los invitados para emprender una búsqueda a gran escala que dará lugar a una aventura imprevisible.

El título en español es el enésimo ejemplo del pésimo sentido de la traducción que tienen los que ponen los títulos de las cintas en español, ya que no tiene nada que ver con lo que va la película. Cosifica un conflicto en un perro recién adoptado que se pierde, pero realmente en el proceso de su búsqueda, no le están buscando a él sino que se están buscando a sí mismos. La película utiliza los primeros veinte minutos de metraje para presentarnos a los personajes de una forma bastante ordinaria y simplona, así como las relaciones de parentesco entre ellos y los problemas que hayan surgido en su convivencia. Por ello, el principio se hace un poco lento, porque le falta contenido bienhumorado y nos hace augurar lo peor en una comedia: Que no nos haga reír. Sin embargo, esta estrategia se revela efectiva al poner las piezas en el tablero que se moverán posteriormente por sí solas, sin necesitar grandes situaciones cómicas ni elementos externos para sacarnos la sonrisa, que no la carcajada. Esta es francamente una película de sonrisa, no de carcajada. El humor nos viene dado por las miradas, por diálogos afilados que se sacan de la chistera de vez en cuando, sin excederse ni llegar a ser pedantes.

La elección de Diane Keaton y Kevin Kline no es casual, ya que estos dos intérpretes atesoran una gran vis cómica desde la economía de gestos. La primera, como si de la saga Keaton (por Buster, claro está) formase parte, es capaz de hacer aflorar una risa en el espectador solo con una mirada cómplice, y su pareja protagonista, como si fuera el hermano de la familia, es capaz de sacarte una sonrisa desde su adusta seriedad: ante tan rígida estampa de Kline, cuando habla, es profundamente hilarante. Ante todo esto, no quiero decir que sea una comedia descacharrante, ya que el humor fluye con lentitud, con paso firme pero sin estridencias y gracias a un guion en ocasiones efectivo y en ocasiones algo irregular. A mi entender uno de los fallos del reparto está en la elección de Mark Duplass, que tiene una química bastante limitada con Ayelet Zurer, que da vida a la camarera gitana del restaurante dónde celebran la boda. Por todo lo demás, este sixteto protagonista que se encargará de la búsqueda del perro y que se irán turnando en parejas a lo largo del metraje, funciona en casi todas las posiciones del tablero: tanto en sus relaciones de complicidad, como de conflicto o animadversión, y en los arcos de transformación que se producen ante ellos. Mi puntuación: 6 sobre 10.

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