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miércoles, 12 de marzo de 2014

JOVEN Y BONITA


Isabelle (Marine Bacth), una hermosa joven de diecisiete años que pertenece a una familia adinerada, parece tener el mundo a sus pies. Pero un viaje de autodescubrimiento sexual la embarca en una doble vida: estudiante de día y prostituta de lujo de noche. Esta es su historia, a través de cuatro estaciones y cuatro canciones.

El director francés François Ozon cambia aquí totalmente de tercio respecto al género después de regalarnos hace escasamente un año la notable película “En la casa”. Como se apunta ya en la sinopsis, el reto que se plantea aquí el director es del de mostrar una época que él mismo recuerda como difícil y de grandes cambios, no en la versión idílica y lúdica que parece dominar las mentes populares comunes: esta época no es otra que la adolescencia, cosificada aquí en su relato en una “joven y bonita” mujer que se sumerge de lleno en el despertar sexual, en donde su belleza está en lo más alto de la ola y el mundo reacciona ante ella y ella ante el mundo. A través de cuatro canciones, que no se corresponden realmente con cuatro momentos vitales en este despertar, Ozon utiliza al personaje de Isabelle para narrar estos momentos llenos de dudas, de iniciaciones y de planteamientos erróneos que cometemos porque la vida consiste también en eso.

El director escoge a la prácticamente novel Marine Vath para este cometido, que posee una belleza adulta en un cuerpo eminentemente joven que potencia aun más esta sensación de pez fuera del agua, de persona obligada –por sí misma, pero obligada al fin y al cabo- a adoptar unas decisiones que parece que el mundo dicta por ella. En este juego de buscar un lugar en el que entender su sexualidad latente, tiene mucho que decir su madre interpretada por Géraldine Pailhas, en una postura aún mucho más difícil si cabe que la de la protagonista. En el reparto también nos encontramos de forma más puntual a Charlotte Rampling, una imprescindible del director, y que hace poco pudimos ver en la última temporada de “Dexter” Al final, las relaciones personales que se establecen en torno a esta chica también le sirven a la película para hablar de las necesidades humanas, del perdón y de las prioridades que tienen cada edad que nos toca vivir. Mi puntuación: 6 sobre 10. “Joven y bonita” se estrenó el pasado 7 de marzo en las pantallas españolas.

lunes, 23 de septiembre de 2013

FINAL DE "DEXTER"



Ante todo hay que apuntar que la recta final ha sido bastante decepcionante tratándose de una serie del calado de una producción tan longeva y aclamada como “Dexter”. A partir del momento en que, aproximadamente a partir del ecuador de esta octava y última temporada, la relación entre Debra y Dexter se estabilizaba y alcanzaba cotas de una normalidad que nunca debió atesorar, la serie empezó a virar hacia tramas que no interesaban y que eran tan ocasionales que no parecían querer cerrar ninguna de las historias de los personajes que habían deambulado por la ficción hasta ese momento. 

Así ocurrió en el episodio final, donde personajes que habían estado durante todo el recorrido de la ficción no tuvieron ni siquiera un final digno, pasando sin pena ni gloria en estas últimas temporadas: me refiero con esto a Joey Quinn (ni siquiera han conseguido resarcirse intentando volver a hacer aflorar sus sentimientos por Deb), Ángel Batista (mero brazo procedimental) y Vincent Masuka (siempre personaje terciario y relegado a labores de alivio cómico, en el último episodio ni siquiera se hace mención a la trama tan extraña sobre su descubierta paternidad), con el añadido esta última temporada del teniente Matthews, que se pasea por la comisaría proclamando dos frases que puede decir cualquiera. En el caso de Harry ya nos dieron una despedida en el penúltimo episodio, pero mientras parecía sugerir lo contrario el inicio de temporada, ha tenido menos importancia que nunca. Por último llegamos al personaje de Hanna McKay, la única que podía suponer un soplo de aire fresco en la vida de nuestro asesino por lo que suponía de cambio en su vida, pero que al final solamente ha sido una carga con la que Dexter tenía que lidiar, cuando lo verdaderamente potente hubiera sido que el que estuviera a punto de ser capturado hubiera sido Dexter Morgan, no la fría asesina convertida en la perfecta canguro de Harrison.

Aun con todo esto, estaría de acuerdo en que los personajes importantes realmente eran Dexter y Debra, quedando los demás como secundarios. Como algunos medios y algunos analistas apuntaban por ahí, Debra siempre debió ser la última antagonista de la serie, y el duelo final del personaje interpretado magistralmente por Michael C.Hall debería haber sido con ella. En cierta manera, la última víctima de Dexter ha sido su hermana, ya que él se achaca la culpa de su disparo y al final toma la decisión de desconectarla para ahorrarle una vida que sabe indigna. La última temporada debería haber girado en la relación creada entre Debra y Dexter, algo que ocurría al principio, pero en cuanto la hermana pareció olvidar todo lo que había ocurrido y aceptar su destino, todo se volcó en una trama que carecía de importancia: la de la relación de la doctora Evelyn Vogel con su hijo Oliver Saxon. Por ver algo positivo a este respecto, encontramos que la escena final entre Oliver Saxon y Dexter en la sala de interrogatorios –que acaba con la muerte de este primero- es impactante y muy intensa. También sube unas décimas la valoración del capítulo el que nuestro protagonista haya sido obligado en este último capítulo a asumir tantos riesgos por vengar la muerte de su hermana, algo que siempre había tratado de evitar bajo el código de Harry, poniendo en riesgo su fuga a Argentina.

En cuanto a la resolución como tal –que como hemos dicho solo se ha dado para los personajes de Dexter, Debra, Hanna y Harrison- estaba bastante claro que Dexter debía pagar un precio por todo lo que había hecho hasta este momento, debía ser castigado de alguna forma: podía haber sido con su propia muerte, con la cárcel o una tercera opción, que le arrebatasen a un ser querido como ya ocurrió con Rita. Esta vez, le han quitado a su otro pilar esencial como penitencia por sus pecados, su hermana Debra, además de la certeza demoledora de que destruye todo lo que está su alrededor. Esto es lo que condiciona la última decisión del protagonista. Los guionistas y así mismo Dexter saben que el precio a pagar no es el suficiente, por lo que tras hacernos pensar durante un instante que ha optado por el suicidio, entendemos que su sacrificio gira en torno a su soledad forzada. Se aleja de todos los que le han podido querer para protegerlos. Un final casi digno para una temporada que nunca debería haber existido.

lunes, 5 de agosto de 2013

OCTAVA TEMPORADA DE "DEXTER"



La serie “Dexter” está a punto de alcanzar el ecuador de su declarada última pieza. Después de otras temporadas donde Dexter ha descubierto un espejo de sí mismo (la primera), un compañero con el que se identificaba y con el que podía tener cierta amistad (la tercera), el precio a pagar por ser quien es (cuarta), entroncarse con el tema de la religión (la sexta), en esta le tenemos formando una familia. Pero no una familia como la que le bridaban la malograda Rita, y sus hijos Astor y Cody, sino una familia más natural.

“Dexter” se había convertido en esta última temporada en “Dexter y Debra”. Es decir, teníamos una serie centrada absolutamente en la relación entre estos dos hermanos, que en este punto parecían más distanciados que nunca. Los demás personajes poco importaban. Por ello, se introdujo una nueva incorporación que revolucionaría la vida de nuestro protagonista: la doctora Evelyn Vogel aparecía informándonos de que ella había sido junto a Harry, el que había enseñado el código a Dexter cuando este fuera un niño, y ahora requería de su ayuda para librarse del acoso de un psicópata. Esta era claramente una excusa, ya que esa trama ha acabado muriendo rápidamente y lo que verdaderamente importaba era tener a Dexter enfrentándose a una especie de figura materna, que más tarde acabaría afectando también a Debra. En el cuarto o quinto capítulo de esta temporada Debra, después de haber intentado acabar con todo y arrebatar la vida tanto de su hermano como la suya propia, para posteriormente entender que no se puede librar de su linaje sanguíneo, comenta: “La familia que mata unida…”. La expresión lo dice todo respecto a la intención de la ficción, ya que los guionistas parecen haber creado una suerte de familia vinculada por la psicopatía. 

Alrededor de Dexter, el psicópata oficial y sobre el que pivotan todos los conflictos, tenemos ahora a su hermana que ya participa de su demencia como buenamente puede, a una mentora/cuasimadre que acaba de aparecer y que se ha revelado que le enseñó el código que rige sus actividades, y por último a un adolescente que parece seguir los pasos de Dexter y que este ha aceptado bajo su tutela y protección. Por si no fuera de poco, el cliffhanger del capítulo seis nos anticipa la aparición de Hannah McKay, por lo que la familia psicópata feliz tendrá que lidiar con los problemas que les puedan dar la otra facción de la serie: Batista, Matthews o Quinn –Masuka es un elemento aparte, siempre alivio cómico de la serie, ahora con una trama propia que le sitúa como sorprendente padre que no sabemos donde acabará-. Porque suponemos que en algún momento saltará la liebre y uno de estos personajes se dará cuenta de todo el entramado de falsedades y asesinatos que todos estos personajes portan en su haber. ¿Qué nos queda esperar en esta recta final de la serie? ¿Aceptará Debra a Hannah como lo ha hecho con Dexter? ¿Descubrirá alguien el juego entre Dexter y su particular becario? Y la más importante de todo… ¿Qué final nos tienen reservado para Dexter Morgan?

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