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martes, 5 de marzo de 2013

BLACK MIRROR 2X03: THE WALDO MOMENT




La producción inglesa escrita por Charlie Brooker cierra esta segunda tanda de episodios con un tercer capítulo que se sumerge en el mundo de la política, su relación con los medios y la peligrosidad que puede suponer en un futuro no muy lejano la democratización provocada por la integración de este sistema con las nuevas tecnologías, en lo que se ha denominado comúnmente como Política 2.0.

Esta entrega nos propone a un conjunto de protagonistas que en mayor o menor medida están relacionados con los candidatos a las elecciones al Parlamento, pivotando estos en una figura que se erige como protagonista real de la narración: un cómico venido a menos que está detrás de una especie de muñeco animado informáticamente a lo “Trancas” y “Barrancas” de “El Hormiguero” que forma parte de un show que se dedica a sacar los colores a las figuras políticas o de relevancia actual. En este contexto, el dibujo animado (y al mismo tiempo el hombre que hay detrás de éste) comienza a convertirse en el icono de la opinión popular, el del descontento de la población respecto a sus líderes políticos, y de una forma vertiginosa empieza a ser considerado como posible candidato político que de voz real al pueblo. Y ahí es dónde estriba el conflicto en el que incide el capítulo: ¿Quién es realmente ese actor político? ¿El dibujo animado? ¿La idea que tiene el público de ese dibujo animado? ¿El actor que hay detrás? ¿La persona que hay detrás del actor? ¿O incluso la corporación que hay detrás?

Estas son las dudas con las que juega tan inteligentemente la ficción en este tercer episodio. Con la responsabilidad que conlleva una democratización actual tan banal y a veces hipócrita de todo lo que nos rodea, ya sea el mundo de la política u otros universos mediáticos, creando fenómenos como el que narra el episodio o como el que hemos provocado en nuestro país hace no mucho tiempo teniendo como representante musical a “Chikilicuatre” (encarnado por el actor David Fernández) participando en Eurovisión. La metáfora es la misma y el ejemplo es prácticamente el mismo: Un muñeco que representa aparentemente el sentir del pueblo representando el papel que debería ir destinado a una persona. Pero cuando nos encontramos ante figuras en vez de personas: ¿Dónde está la línea que separa estos dos actores? ¿Dónde ponemos la línea que separa a la persona del personaje? ¿A la persona del actor? ¿A la persona del icono? El debate está servido. “Black Mirror” se ha encargado de incendiarlo en forma de perla ficcionada.

miércoles, 20 de febrero de 2013

BLACK MIRROR 2X02: WHITE BEAR




El segundo capítulo de la temporada actual creada por Charlie Brooker se vuelve mucho más heavy que las entregas anteriores, pero vuelve a tener de nuevo ese hilo conductor propio de las antologías, en este caso, la relación en un supuesto futuro cercano con las tecnologías, los medios y las redes sociales.

Porque este episodio es, hasta la fecha, sin duda el más alto en los niveles de crueldad global y comunitaria que se proponen. Aquí nos sitúan a una mujer joven que despierta sin memoria en una habitación solitaria frente a un televisor, que pronto se ve acosada por dos facciones de humanos bien diferenciadas: por un lado un grupo de gente que quiere asustarla/herirla/¿asesinarla?, y por otro lado otros grupos que impasibles se limitan a grabar todo lo que está sucediendo a su alrededor. La trama, como tal, se nos vuelve un poco exagerada e inverosímil respecto a lo que nos tenían acostumbrados, ya que de por sí introduce un elemento de “zombización” de la población que casi raya con la ciencia ficción. Sin embargo, en un giro de guion muy inteligente, se nos revela simple y llanamente como un espectáculo, volviendo a la esencia de mediatización y frivolización del entretenimiento que maneja la serie. Aun así, cuando entendemos lo que hemos estado teniendo entre manos, las conclusiones siguen siendo terribles respecto al comportamiento que se les otorga al grupo de humanos, y el tratamiento tan deshumanizado de la protagonista como conejillo de indias.

Tengo la sensación de que, sin restarle por supuesto ningún mérito a la serie ya que se trata de un concepto y de un derroche de inventiva brutal, está hecho para hacer las delicias del “adolescente que se adentra en el mundo del cine”. Es decir, es el ideal narrativo de un joven recién salido de la carrera de Comunicación Audiovisual o de la Escuela de Cine, cuyos primeros cortos suelen tener siempre una temática de thriller con giro de guion final, llenos de secuestros, armas y gente que tiene comportamientos realmente reprobables, con el añadido de que al bueno de Charlie Brooker en este caso concreto le dejan alargar el metraje de su idea y además lo emiten en televisión. Por ello chapó de nuevo, aunque me da la impresión que, como en los primeros compases de las escenas de acción de este episodio, muchos de ellos están alargados ostensiblemente para llegar a la duración que se les exige para emitirse como serie, ya que el concepto a veces casi da más para un cortometraje que para un episodio de ficción. Con todo esto, esta antología es uno de los descubrimientos más intrigantes y sugestivos de ficción de estos últimos años. Ahora, solo nos queda disfrutar del tercero.

domingo, 17 de febrero de 2013

BLACK MIRROR 2X01: BE RIGH BACK




Esta primera entrega de la segunda tanda de episodios de “Black Mirror” de nuevo se ha encargado de bucear en lo más problemático de un supuesto futuro tan supeditado y controlado por la tecnología y por las redes sociales, y en la línea de anteriores entregas, lo más angustioso e inquietante de todo es que sentimos que es totalmente plausible.

Este episodio escrito como siempre por Charlie Brooker y titulado “Be right back” es otra obra maestra que muestra que no se necesitan grandes efectos especiales, un gran despliegue, y una gran producción para producir un relato de intriga cuasi-futurista y sorprender al espectador dejándole consternado y pensativo. Porque la fuerza de esta serie viene de unos guiones muy inteligentes, unos argumentos realmente originales, y un profundo sentido de lo que se quiere contar sin desviarse del tema. Aquí, casi un par de personajes (o más bien un par de actores, ya que uno de ellos realmente interpreta a dos personajes) y un par de localizaciones contadas son el elemento suficiente para crear un relato intrigante de una hora de duración. Si bien es cierto que a mi entender la primera mitad del capítulo está mucho mejor que el segundo, ya que en este segundo compás la historia se vuelve más ciencia ficción de los que nos tiene acostumbrados la producción, y pierde parte de su fuerza, ya que como se ha dicho, gran parte de su efectividad radica en que nos propone mundos inquietantemente posibles dentro ya no de unos años, sino casi del presente inmediato.

En este caso, la tecnología se centra en el apartado de las redes sociales tan de moda en la actualidad, donde inevitablemente se crea una personalidad en el ciberespacio que puede ser entendido como un alter ego cibernauta del sujeto como tal, situándonos en la escalofriante posición de un programa que es capaz de simular la forma de hablar y de expresarse del usuario solamente con el compendio de conversaciones, usos y actualizaciones que ha hecho él en las redes sociales. Si es cierto, que en seguida vemos por donde va a ir el conflicto de la historia, ya que salta a la vista que esta posible aplicación nunca llegaría al verdadero alma de la persona como tal, quedándose en un conjunto de argumentos del individuo sin conexión real; pero como siempre en esta serie, lo terrible de todo es que tiene encerrada una gran verdad actual, la de los usuarios de internet que prácticamente consideran a este compendio de frases, actualizaciones e intercambio de mensajes como la persona en sí misma sin hacer ese lógico salto, llegando a sustituir casi con fe ciega el “significante” por el “significado”. Así que de nuevo, chapó.

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