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lunes, 17 de enero de 2011

FINAL DE LA 1ª TEMPORADA DE HISPANIA

Este pasado martes acabó con una audiencia media más que considerable, pese al bajón del último capítulo (que se estrenó tres semanas después, con parón navideño entre medias, del anterior), la primera temporada de Hispania. En términos generales deja un buen sabor de boca, nos quedamos con la impresión de que es una serie bien producida y con unos personajes interesantes que puede dar juego para futuras temporadas. Sin embargo, desde que se iniciara la serie (dónde por cierto, no se emitían casi anuncios y ahora han vuelvo a la fórmula clásica de dos o tres espacios publicitarios por capítulo) se han cometido una serie de fallos de concepto que han ido mermando un poco esa gran esperanza que supuso el ver el primer capítulo.

Está claro que la serie está bastante bien cuidada, y el tener casi todas las secuencias en exteriores es un punto a favor muy importante para salir de la casposidad y la naftalina que desprendían las producciones familiares de hace unos años. Aunque hayan tropezado levemente con la elección de los nombres, y algunos vestuarios tanto de romanos como de hispanos parezcan recién sacados de la tintorería incluso en las batallas, la recreación y contextualización de la época imperial es bastante notable. Los guiones empezaron sorprendiendo al espectador, siempre había giros narrativos que ponían a personajes protagonistas entre la espada y la pared, y al principio, lo resolvían con mayor o menor peripecia con la fórmula de “salvamento en el último minuto”. Este esquema se ha repetido durante todos los capítulos que sucedieron al primero, por lo que el espectador ya no se sorprende con tanta facilidad, y el llevar a los personajes a un punto de máxima tensión para que en el último segundo algo impida un cambio radical (ya sea traición, muerte u otras decisiones trascendentes) hace que los personajes siempre se queden en el mismo punto, que no avancen. Es como si ya en la primera temporada estuvieran creando unos personajes de sitcom, en los que su situación no cambia sino que lo único que se hace es jugar con el carácter (que es siempre el mismo ya que no cambian) de los personajes, como ocurre en “Aída” dónde no hay una trama propiamente dicha. En resumen, han sido emprendedores al llevar personajes al extremo pero les ha faltado ese plus de valentía para romper aún más (Héctor, pese a ser crucificado no muere; Marco, que en vez de matar a Galba le restablece en su puesto; o Nerea, que siempre quiere escapar pero nunca logra la libertad total…).

Para la próxima temporada son necesarios estos cambios para que los personajes avancen y cambiar un poco la estructura del capítulo, que se hace previsible, y pueden llevarles a optar por giros muy inverosímiles para seguir sorprendiendo, como pasó con “Prison Break”. Respecto a las interpretaciones, el que parece que se ha hecho dueño y señor de la narración es Lluís Homar con su versión colérica y maquiavélica de Galba, pero valoro también mucho el trabajo de otros como Jesús Olmedo al que ya me creo como el terrible general Marco, o una Nathalie Poza que ha ido dejando a un lado sus primeros pasos más cercanos al quehacer teatral para hallarse en una interpretación más natural y emotiva.

domingo, 28 de noviembre de 2010

HISPANIA

Antena 3 ha apostado por un producto de época, basada en la historia antigua de la península Ibérica en la época de la invasión romana, teniendo como referente más a “Águila Roja” que a series como “Roma”, en palabras de sus productores. Dejando a un lado los desafortunados percances en la elección de los nombres de los protagonistas, la serie está bien recreada ambientalmente e históricamente hablando. Se puede decir que es un producto bien hecho, no demasiado pretencioso, pero cuidado y con una elaboración más que eficiente. Respecto a las interpretaciones brilla con luz propia Lluís Homar en el papel del pretor Galba; su mujer la interpreta la actriz Nathalie Poza, que se me antoja algo teatral en su gestualidad y diálogos, pero que va cogiendo el pulso al personaje capítulo a capítulo. Jesús Olmedo hace un gran ejercicio en el papel de general al mando de las tropas, aunque todavía me cuesta desapegarme de su papel en Hospital Central. Ana de Armas de momento tiene una aparición insustancial, sin una relevancia clara para su personaje. Roberto Enríquez, como personaje central de la trama está más que correcto, como casi toda su filmografía. Al que de momento no hay por donde coger es a Juan José Ballesta, que desentona mucho en el cómputo global, patente tanto en el acento demasiado madrileño y en su interpretación poco realista con el contexto en el que se mueve. Respecto a la trama, aunque sabemos cómo acabará (o por lo menos, el destino de su personaje central, Viriato) no quita para que estén creando una intriga consistente y bien desarrollada. Usan de forma muy adecuada el elemento de crear intrigas llevando los personajes a situaciones límite (a punto de morir, de ser descubiertos, de traicionar a los suyos…), resolviéndolo posteriormente de forma elegante, a veces concediendo el resultado al que parece abocado el personaje, y otras veces utilizando la técnica del “salvamento en el último momento” con diversas estrategias. Como dato anecdótico apuntar que me parecen especialmente bien realizados los resúmenes del capítulo siguiente que se emiten al final del anterior; el juego de imágenes y de diálogos prepara muy bien el terreno haciendo que el espectador se quede con un plus de intriga que le llevará a ver esta próxima entrega. A veces el juego es un poco engañoso pero es efectivo y no excesivamente embaucador.

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