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martes, 22 de marzo de 2011

PIRAÑA 3D


El lago Victoria (Arizona) es un lugar que se llena de gente joven durante las vacaciones de primavera. De repente, se producen una serie de temblores submarinos que liberan unos peces prehistóricos antropófagos. Todos deberán unir sus fuerzas para sobrevivir a estas criaturas.

En este remake del clásico de terror de Joe Dante, llevado esta vez a la pantalla por Alexandre Aja (“Las colinas tienen ojos”), nos encontramos ante un producto que da lo que nos ofrece desde un principio en ingentes cantidades, sea esto, sangre y adolescentes ligeritas de ropa. La película parte de una premisa muy básica que todos conocemos, el del género ya tan consolidado y dado vueltas de tuerca de los animales asesinos, en este caso de unas pirañas que aparecen al abrirse una fosa enorme en el mar en el que se encuentran nuestros protagonistas. La película tiene dos partes diferenciadas, que equivalen a los dos elementos señalados anteriormente. Los primeros cuarenta minutos son una exposición de diversión adolescente en la llamada “Spring break”, en la que no falta las chicas dispuestas a enseñar sus encantos, los adolescentes llenos de hormonas y una familia que se ve involucrada de forma más o menos directa según sus miembros en la fiesta (y más tarde en el banquete de carroña para peces). Este primer tramo está impregnado por un humor desenfadado por parte del director de la pieza, en el que las connotaciones de ámbito sexual y de humor facilón son una continua constante, pero sin embargo estas están dispuestas con tal ánimo de parodia y de entretenimiento que funciona estupendamente para que el espectador se relaje y se deje llevar agradablemente. La segunda parte de la producción deja el protagonismo a estas pequeñas fieras submarinas que atemorizan la población, y en el que la película nos regalará escenas muy bien trabajadas en el ámbito del gore más detallista y con unos efectos especiales muy conseguidos, y si aquí creemos que la cosa se va a poner dramática nos estamos equivocando, ya que utiliza todos los clichés de estas películas y las decenas de amputaciones, mordiscos y desmembraciones para acentuar aún más este humor tan propio.

Frente al reparto tenemos nombres como Elizabeth Sue en el papel de la madre del protagonista, papel que recae en el joven y guapo actor Steven R.McQueen, un adolescente algo bobalicón que se vuelve valeroso y temerario cuando la chica de la que está enamorada está en peligro (Jessica Szohr). Completan el reparto rostros conocidos del porno o del cine erótico como Kelly Brook o Gianna Michaels, o el conocido director de cine de terror Eli Roth (que dice mucho del esquema de parodia que adopta el film). Por último, y para cerrar esta idea de regalo a los fans del terror y de las películas de culto, tenemos en un interesante cameo a Christopher Lloyd, el que fuera el “Doc” de la saga de “Regreso al futuro”. Uno de los elementos más destacados del film es que está rodado propiamente en 3D, y en este caso, el resultado es más que satisfactorio, usando tanto sus posibilidades que tiene a la hora de mostrar distintas dimensiones, y que con un uso eficiente del sonido consigue escenas de bastante tensión y terror; y por otro lado en esa esperpéntica y macabramente cómica visión que tiene del festín de sangre de las pirañas, provocar que las heridas, las vísceras y las amputaciones sean más impactantes al espectador. Por todo ello, no quieras encontrar aquí una trama bien resuelta ni un humor elaborado, pero si a lo que vas es a pasar un rato divertido y llevarte algún que otro susto, esta película lo consigue por sí misma.

domingo, 5 de diciembre de 2010

SAW VII

La séptima entrega de la saga nos ofrece más de lo mismo de lo que nos habían ofrecido sus anteriores entregas. Sin embargo, echo de menos algún punto de novedad o de vuelta de tuerca en la trama, por ser, la que parece ser la última definitivamente. La única novedad parece ser la de estar rodada en 3D, ya que además es la película que menos vinculada parece estar a las demás, no parece conectar tan intensamente con las relaciones de los personajes anteriores, algo que particularmente me parecía reseñable en una saga tan longeva. La presencia de Jiggsaw, el eje central de la trama, es cada vez más difusa y en este episodio en particular es casi nula. Es el claro ejemplo de lo que sucede cuando se alarga una franquicia más de lo debido y que aunque mantiene la esencia temática no puede sostener si quiera el protagonista principal o el espíritu narrativo de anteriores entregas. Ni tan siquiera tenemos un giro de guión final tan impactante como lo habían tenido sus predecesoras. Sí nos encontramos lógicamente con toda una retahíla de juegos maquiavélicos que harán las delicias de los amantes del gore, regalándonos sangre y huesos fracturados por doquier. Sin embargo ni tan solo la fina línea moral en el comportamiento de los juegos de Jiggsaw se mantiene: cuando éste era el creador de las trampas, se caracterizaba por haber una opción para su presa en la que podía salvar su vida a cambio de realizar un sacrificio en forma de sufrimiento y carne amputada mayoritariamente. Sin embargo, desde que se ha dado un cambio de dueño del juego, en las manos ahora del inspector Hoffman, esa moralidad desaparece hasta degenerarse en un juego macabro en el que no duda en situar a su víctima en la elección de matar a una u otra persona, pero como se puede ver, en este caso, no existe la opción de que todos salgan vivos (valorando así más su vida) sino que la única elección parece consistir en quién vivirá y quién morirá. El leitmotiv para el castigo del protagonista radica en que en su trabajo, gestor de seguros, en el que decide al aceptar o negar estos créditos, quién vive y quién muere. Además, esta elección la realiza de acuerdo a un test que él mismo ha elaborado. Por lo que la selección del “sujeto de prueba” está de acorde a lo que teníamos entendido por las víctimas “Saw”. Sin embargo hay una intención moralizante unida al carácter hipócrita del policía que hace tambalear un poco ese equilibrio. En conclusión, floja clausura para una saga que sorprendió en su primera película inaugurando un tipo nuevo de cine de terror con aspectos moralizantes, que aguantó su espíritu dos entregas más, pero que poco a poco ha ido degenerando a un subproducto de lo que era.

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