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miércoles, 9 de marzo de 2011

MAÑANA, CUANDO LA GUERRA COMIENCE


La vida de Elli y sus amigos era de lo más tranquila en un pueblecito australiano, hasta que deciden irse unos días de acampada para celebrar su último verano de instituto. Desde allí, se dan cuenta de un tráfico aéreo de aviones de guerra un tanto inquietante. Cuando vuelven a casa sus familias han desaparecido, los animales muerto… una fuerza extranjera ha tomado el territorio y todo el país está en guerra. El grupo de jóvenes decide convertirse en una de las pocas resistencias libres que quedan en la ciudad.

El comienzo tiene unos aires tan similares a un “Al salir de clase” en el que está a punto de llegar el asesino que les acechará en su refugio solitario, unos aires adolescentes y unos diálogos tan estereotipados, que echan a perder en gran medida el trabajo posterior, dónde la película se intenta poner seria, y aunque manteniendo los tintes románticos obligatorios para el sector de público que va dirigido, si se hace una apuesta por intentar hacer algo correcto y adecuado. Se pierde en esa turbulencia entre lo adolescente y lo maduro, pero no se puede negar la buena puesta visual del director junto al director de fotografía (la tónica general de la gama de colores y de iluminación está muy acorde y con mucho sentido respecto a lo que se está contando, una aventura para adolescentes), ampliándose también en varios momentos a unos buenos efectos visuales, aunque en algunas escenas de acción hace mella la inexperiencia de los actores tan jóvenes. Parece que intenta dar ciertos tintes de novela gráfica en cuanto a estética general, pero no acaba de concretarse, aunque el intento no es tampoco en vano. Se mueve entre la cinta bélica, los típicos productos para adolescentes y ciertos aires post-apocalípticos, por lo que no acaba de definirse y tomar un rumbo fijo. ¿Realmente hay tiempo para crear dos parejas de amor nuevas en una hora y media y en el territorio de una guerra inminente en la que se ven obligados a tomar partido? ¿Si estás intentando hacer unos personajes maduros que el espectador tome en serio por qué das protagonismo en la última media hora al clásico “fumeta” que no te va a aportar nada ya que has desechado hace tiempo cualquier vestigio de comedia? Este es un ejemplo de algunas de las varias incoherencias narrativas que minan este buen trabajo visual.

Respecto al cómputo de personajes nos encontramos en líneas generales con estereotipos bien formados, teniendo en Rachel Hurd-Wood al único nombre conocido del reparto. Las frases de héroe adolescente incauto y con exceso de hormonas desatadas están a la orden del día, y prácticamente sólo hay cierta profundidad psicológica en el personaje protagonista (Caitlin Stasey) y en el de Lee (Chris Pang), tanto en sus diserciones frente a la cámara de video a modo de flashforwards y flashbacks de esta primera, o sus recuerdos de la crudeza en la que se están viendo envueltos. Se me da por otro lado ciertos aires a la película reciente “The crazies”, protagonizada por Timothy Olyphant y Joe Anderson, en la que funcionan mucho mejor los personajes, más escasos en cuanto a número, más ricos y con unos conflictos mucho más trabajados que sustentan la narración de acción apocalíptica. Al parecer, ya se está preparando una secuela de este episodio bélico para adolescentes, no sé qué pensar.

jueves, 9 de diciembre de 2010

RUMORES Y MENTIRAS

“Rumores y mentiras” maneja con soltura y originalidad los dos conceptos que conforman el título del film contextualizados en la vida que desarrollan los jóvenes en el Instituto. Este es un concepto que se ha tratado una y otra vez en las películas de este género: lo que supone el aparentar para ser aceptado y los límites a los que pueden llegar para conseguir un estatus que está basado en la imagen que tienen los demás de ellos. Sin embargo, esta idea se trata aquí de una forma gamberra, haciéndose dueña total de la trama, con un desenfado muy inteligente bañado por los personajes que secundan a la protagonista, aunque no faltan la serie de clichés que hacen de este producto algo un poco más común de lo que podía haber sido. Aun así, el aire independiente en especial de unos personajes rayanos a los de la comedia “Pequeña Miss Sunshine” supone un soplo de aire fresco para esta película. En cabeza de cartel tenemos a una Emma Stone muy desprendida y refrescante, que consigue la simpatía del espectador hacia su personaje de forma inmediata y continuada. A esto ayuda el cóctel de personajes que el guionista ha situado alrededor de ella. En primero lugar tenemos a la disfuncional, estrafalaria pero entrañable familia compuesta por un hijo adoptado, una madre en una adolescencia tardía y un padre comprensivo hasta límites que resultan cómicos. Los personajes que conforman su particular red de mentiras de la que ha hecho un negocio bastante rentable aunque en un equilibrio peligroso, también son ciertamente peculiares: desde un gay desesperado porque la gente crea lo contrario, hasta la mejor amiga llena de todos los prejuicios habidos y por haber, la presidenta del club de castidad, la orientadora del colegio con una forma poca ortodoxa de desenvolverse con el alumnado y algunos otros iconos más que cierran un fresco de personajes bastante interesantes. Además de una ya alabada Emma Stone, que apunta alto, y que con Zombieland y este film parece haberse ganado un lugar en la pantalla a base de buen hacer y encanto personal, tenemos a Lisa Kudrow en el papel de orientadora, el vampiro Cam Gigandet en el papel de novio de la presidenta del club de castidad, el gran Malcom McDowell como director del centro y un siempre resultón Stanley Tucci en un papel divertidísimo. A la trama de la protagonista, en que después de una mentira crea una red de rumores que la supondrán un cambio radical en la percepción social que tenían de ella y de la que luego toma ventaja al cobrar a sus compañeros de Instituto por difundir otra serie de rumores que les afectan a ellos de forma positiva, hay que unir la clásica historia de chico le gusta a chica que actuará como deseo potencial último de la protagonista y que ayuda a que haya un punto de inflexión en el comportamiento de ésta.

martes, 31 de marzo de 2009

MENTIRAS Y GORDAS

En vez de tener el sexo y las drogas como pretexto para contar una historia o para establecer una reflexión, utilizan la historia de unos personajes, a su vez bastante falta de garra y sin algo sólido a lo que agarrarse, para justificar las innumerables escenas de sexo del que ninguno de los actores de la película se libra. Su mayor logro parece haber sido convencer a todas esas jóvenes caras televisivas para hacer una película tan arriesgada y que demanda una exhibición carnal tan elevada. La historia y ambiente que refleja, aunque entendemos que no representan a la globalidad, dan una visión de la juventud actual muy demacrada y catastrofista. Todos parecen envueltos en menor o mayor medida en una espiral de drogas, autoengaño y autodestrucción sin que ninguno ejerza de vía de escape o de salvación posible. A pesar de alardear de solo ser una película en la que se refleja una realidad que ahí está (bastante bien reflejado por cierto el carácter de ciudades como Ibiza y lugares de fiesta que frecuentan los protagonistas), y eso parece bastante evidente ya que prácticamente carece de trama propiamente dicha, en las escenas finales podemos extraer una clara moraleja que establece esta ambigüedad en los objetivos del film. Mencionar que la banda sonora acompaña esta irregularidad, en este caso en cuanto a la forma de utilizarla con éxito. Se usa un tema pop bastante decente que se usa un par de veces pero también recurren a la música clásica con dispar resultado: la primera vez en una escena de Mario Casas en la discoteca en la que está muy bien traída/ajustada y resulta uno de los pocos soplos de aire fresco en la película (junto a la actuación de Alejo Sauras y su partenaire erótico-sexual Miriam Giovanelli) Sin embargo la segunda vez que se dispone este recurso les sale fatal la jugada, la porca pericia al principio de su inclusión en la narración incluso me dio algo de vergüenza ajena. Rescatar también las actuaciones de Ana María Polvorosa y la estética en algunos momentos de las imágenes, bastante potentes. Por lo demás, polémica y olvidable a partes iguales.

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