domingo, 25 de diciembre de 2011

DRIVE


En Los Ángeles, un joven especialista (Ryan Gosling) de escenas de riesgo en conducción de coches para películas se ofrece para ganar más dinero que en su puesto de trabajo, como conductor para atracos por las noches. Sin embargo ahora, para ayudar a su vecina (Carey Mulligan), tendrá que hacer algo más.

Los sencillos créditos iniciales en color rosa ya anuncian el ambiente perturbador y de extrañeza que va a tener el film. Nos encontramos un argumento (el de un individuo que se dedica a trasladar en su vehículo a personas en situaciones de riesgo) tan propicio a llevarlo a la acción que es un placer descubrir que alguien ha optado por llevarlo al drama. Este tratamiento grisáceo y existencial queda patente ya desde la escena inicial, que debería haber sido más potente de tratarse de una película de género puro de acción, pero que se nos presenta de forma bastante pausada y organizada para ser una huida de la policía. Es como si nos ofrecieran una versión más reflexiva y noir de “Transporter”, dónde se centran más en los personajes que en la acción. Al igual que pasaba con la comparación entre “Jason bourne” y la versión más comedida e intelectual de “El americano”. Basta también con echarle un ojo al protagonista, lejos de la testosterona y adrenalina que desprende el personaje interpretado por Matt Damon o Jason Statham, este conductor (cuyo nombre no se mienta a lo largo de toda la película) es un hombre calmado, antisocial y frío. Su vida siempre han sido los coches y la opción de introducir ahora una mujer en su vida le resulta hartamente complicado y peligroso para su estabilidad vital. Interpretado por un Ryan Gosling (“El diario de Noa” o “El mundo de Leland”) inquietantemente aséptico, pero con varias manchas de sangre que correrán en momentos determinados. A este se le suma el elemento del marido de su vecina, que acaba de salir de prisión y vuelve a casa ante la inseguridad que traerán los acontecimientos posteriores.

Es un drama inteligente con pequeñas dosis de acción. Realmente es una cinta sombría con ciertas reminiscencias a “Taxi Driver” y que nos ofrece una visión particular del mundo de la calle, de la soledad, la incomunicación, la confianza, la necesidad de socialización y de empatizar con una sociedad desnaturalizada. Desde el primer momento parece presentar presenta la intriga claramente: por un lado, la chica, por otro lado, el peligroso trabajo al que se dedica. Elección. El típico drama de Hollywood. Nada más lejos de la realidad, un McGuffin muy bien planteado. Al entrar el marido de la vecina en juego, nos damos cuenta que la película es más valiente y más compleja. No es ese su debate, sino que el marido que ha salido de la cárcel  es obligado a hacer un trabajo y él no quiere aceptarlo. El protagonista tiene que elegir si ayudarle a él, para ayudarle a ella. Si con esto no es suficiente, un poco después del ecuador de la película se nos da un giro de guión que pondrá la película patas arriba, siempre surcado por esta fragancia de existencialismo. Este clíma de desconfianza que produce el film es también motivado gracias a la intensa y turbadora banda sonora instrumental, acompañada por una más irregular pero inquietante banda sonora vocal. Aunque ambos estilos tiene algo en común: crean una sensación general de turbación que se mantiene durante toda la narración. En todo caso, un uso del sonido muy sugerente, incluido también en las escenas de acción.

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