domingo, 12 de diciembre de 2010

NEDS

Glasgow, 1973. John McGill está a punto de empezar la secundaria. Es un chico inteligente, sensible, con ganas de aprender, pero vive en un ambiente poco propicio: su familia es muy pobre, y su padre, al que odia, es un borracho violento. Los profesores están en su contra debido al historial delictivo de su hermano mayor, Benny. La reputación de Benny protege a su hermano. En estas circunstancias, John toma una decisión: puesto que nadie está dispuesto a darle una oportunidad, se dejará arrastrar por la violenta vida de la calle.

El retrato social y del personaje protagonista en cuestión es feísta, caótico, pero que podemos llegar a entender como real a grandes rasgos. Sin embargo, el destino delictivo al que parece verse abocado el chaval queda un poco en entredicho, hay un esfuerzo por hacerlo de forma gradual y nada forzado, pero no se llega a entender verdaderamente el motivo de ese cambio tan radical. Este destino al que se ve abocado parece proceder de una sociedad y un entorno que ejerce tan mala influencia que parece decirle que no saldrá nunca de las garras de la delincuencia y de la degradación humana. Sin embargo, la inteligencia con la que es retratada el chaval parece suficiente aval para que no se deje guiar por esos derroteros, algo que no parece entender la película.

En esta caída libre hay dos figuras importantísimas que marcarán al protagonista. Por un lado tenemos la figura del padre borracho y ausente, una figura inquietante que se basa visualmente en un juego de impresiones, de silencios crudos y terribles, y que con cuatro palabras bramadas logra hacer estremecerse al espectador, que es consciente de la situación a la que está sometido la madre del protagonista y él mismo, entendiendo qué reacciones está a punto de tomar el chaval, obligado a reaccionar. Por otro lado tenemos al elemento hermano, siempre como fuerza invisible que moverá al chaval primero a la hora de seguir sus pasos y luego como lealtad a una tradición de la que parece ser preso, tal como sucediera ya en películas como “This is England” o “American History X”. Aquí no hay coerción emocional ni ansias de obligar del hermano mayor hacia el menor, sino que parece ser la propia sociedad la que le empuja a esos menesteres para sobrevivir, desembocando en un comportamiento violento y poco ético.

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