SHERLOCK

“Sherlock” es una miniserie de la BBC emitida este verano que consta de tres capítulos de hora y media cada uno, en ella se lleva a la actualidad los personajes salidos de la pluma de Arthur Conan Doyle: Sherlock Holmes (Benedict Cumberbatch) y el doctor Watson (Martin Freeman). Por suerte, ya hay confirmados otros tres capítulos que verán la luz el Otoño que viene.

Los tres capítulos tienen un hilo conductor muy fino basado en la presencia latente del antagonista por antonomasia de Sherlock: Moriarty. También podemos ver a través de ellos la evolución en la relación de Holmes y Watson. Sin embargo, cada capítulo nos presenta un caso criminal autoconclusivo diferente, al que nuestro investigador se tendrá que enfrentar con la ayuda de su “fiel” ayudante, tomando tintes un poco distintos la tercera entrega.

Todo el producto está impregnado de un absorbente aire británico, que embarga desde la contextualización del personaje en el Londres del siglo XXI (excelente el uso de los mensajes de texto y las conclusiones de Sherlock en forma de texto flotante sobre la imagen). A colación de esto, es indispensable mencionar la construcción del personaje de Sherlock: arrogante, borde, sumamente brillante, impredecible y rabiosamente interesante. El llamado “humor inglés” le sienta fenomenal al personaje, siendo muy patente en el primer capítulo donde las frases de nuestro protagonista y sus conversaciones con la gente que le rodea son realmente hilarantes, pero una vez presentado ya la personalidad de éste, las pinceladas humorísticas se van diluyendo centrándose más en las tramas de investigación, perdiendo fuerza y expresividad el personaje.

Respecto a los casos, el primero es enormemente enigmático y atrayente, sin embargo la conclusión no está a la altura de sus expectativas. La segunda entrega me parece la más floja de las tres, pero que sirve como preludio al cierre de la miniserie, en un tercer movimiento de puro frenesí y de lucha contrarreloj que desemboca en un final lo más abierto que una persona que pueda imaginarse, loco y desconcertante, como el mismo Sherlock.