viernes, 19 de noviembre de 2010

LOS OJOS DE JULIA

“Los ojos de Julia” supone la consolidación de Belén Rueda como musa del cine de terror patrio, sin embargo, eso no quiere decir ni por asomo que estemos ante una buena película.

El film tiene sus aciertos, pero es en general inconsistente y bastante previsible en su último tramo. Por otro lado, su comienzo tampoco dice mucho bueno de ella: sí que es verdad que presenta la trama y a los personajes de un modo efectivo y sin dilaciones innecesarias, pero en su género de terror, parece que solo acierta a crear estas sensaciones a través de un sonido gratuitamente alto y movimientos de cámara que no hacen más que crear expectativas en el espectador, que luego no se cumplen. El drama psicológico que supone la enfermedad que sufre la protagonista, la pérdida progresiva de la vista, se ve eclipsada totalmente por la trama de misterio e intriga, cuando podía haber sido más cuidadosamente explotada para cimentar las aristas del personaje de Julia, ya que en el film, parece ser más consciente del riesgo que supone esta situación su propio marido (el personaje interpretado por Lluís Homar) que la protagonista misma.

Un recurso muy importante en el relato es el uso de la cámara. Aquí la mayoría de sus intenciones estilísticas se ven truncadas. En algunos momentos la cámara nos muestra el grado de nitidez con la que Julia ve su entorno, sin embargo otras veces, y sin un código visible para el espectador, se olvidan repentinamente de este artificio y así es difícil entender el grado de fragilidad en la que se encuentra la protagonista. Por otro lado, cuando la protagonista pierde la visión por completo, se nos oculta el rostro de todos los personajes que interactúan con ella (encontrándonos siempre planos o bien de espaldas, de perfil muy anguloso o si son frontales por debajo del cuello), que pretenden pasar por metáfora de la situación de realidad sesgada a la que se está enfrentando Julia y que realmente no es más que un burdo artificio para ocultarnos la identidad del asesino y retrasar así más la resolución de la intriga.

Respecto al elemento interpretativo, me tengo que rendir de nuevo (y ya van…) ante el inconmensurable trabajo de Lluís Homar, en un papel sereno con momentos emocionales muy sutiles que sabe sacar adelante a la perfección. Belén Rueda se me antoja un poco titubeante al principio, pero a medida que avanza la historia hace gala de su conocimiento del género para acabar de una forma digna el desarrollo de su personaje.

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