Lo primero que ha quedado en evidencia es que se ha sacado
mucho más partido a la segunda mitad de la temporada que la primera. En los
primeros compases, se volvieron a cometer errores del pasado, y la serie dio
síntomas de cierto cansancio y repetición a pesar del oxígeno que suponía el tener
muchos más exteriores que antaño, y el soplo de aire fresco que suponía la
incorporación y aparición de ciertos personajes y actores. Sin embargo, parecía
que los guionistas se estaban durmiendo en los laureles, y la estaban
transformando en una serie de personajes hechos de clichés, que por otro lado,
parecían seguir funcionando. Sin embargo, en esta segunda mitad de temporada, la
incorporación del personaje de Fernando Tejero ha revitalizado la pareja formada
por Lola y Javi. El personaje, tan extremo como la mayoría de la loca comunidad
de vecinos, ha sabido hacerse un hueco rápidamente en la ficción y su carácter
y peculiaridad ha demostrado tener buena química con el de Estela Reynolds
desde el primer momento. Además, el recurrir a temas de actualidad como los de
los niños robados, los desahucios y las independencias, ha hecho que crezca el
interés en este tramo final.
En este punto, se ha recuperado un poco la esencia de tramas
colectivas, que solían venir ejemplificadas en las juntas de vecinos, donde
cada personaje tiene sus segunditos de gloria para hacer gala de su
personalidad y para recrear el gag de turno. El dinamismo de estas secuencias
da un respiro a la serie, cuando el tener pocos exteriores y que las
conversaciones sean de dos o tres personas hace que decaiga un poco el interés.
Porque como ya se dijo, a pesar de la gran amalgama de personajes, las tramas
muy polarizadas. Siempre éstas suelen estar centradas en los personajes que más
han respondido delante de la audiencia: Enrique, Antonio Recio, y Amador; con
el añadido de que siempre suele haber una trama sobre una de las parejas del
edificio, que suele ser la formada por Javi y Lola.
En cuanto al tema parejas y líos sentimentales, que son las
únicas tramas horizontales que hay en la ficción desde que se abandonó el
argumento del moroso, nos encontramos a los Cuquis en la situación en la que
llevan ya bastante tiempo (sin estar enamorados pero obligados a convivir
juntos por sus penurias vitales y sus niños en común), a Javi y a Lola con una
nueva familia postiza (Estela y Fermín en el lote) después de haber tenido una
ruptura, a Recio y Berta juntos pero como si no lo estuvieran (esta pareja ya
no da tramas como tal, recayendo esa ausencia sobretodo en Berta), Enrique ha
abandonado previsiblemente a Judith (pero seguro que volverá cuando se entere
que esté embarazada), y la pareja de Sergio y Raquel va viento en popa pero
poco nos importa. Como ya hicieran en las dos últimas temporadas, se utiliza
como gancho final la amenaza de que alguno de los personajes abandona la
comunidad, en este caso Antonio (en busca de su padre) y Enrique (para alejarse
de la tentación pelirroja).
Ya pensando en la próxima temporada, hay que volver a hacer
hincapié en el overbooking que se está produciendo en la ficción, teniendo en
cuenta de que a ya se ha confirmado por parte de Alberto Caballero que no se
producirá ninguna baja (excepto la desaparición puntual de Eduardo Gómez en los
primeros capítulos) y tenemos las vueltas de Adriá Collado, Fernando Tejero, la
anunciada de María Adánez, el fichaje de Fernando Tejero que se convertirá en
regular, además de la posibilidad de que Cristina Pedroche entre a formar parte
del elenco. Indudablemente, son demasiados personajes para una ficción, por lo
que la única explicación de que no haya reducción de plantilla es que ese spin-off
del que se lleva hablando tanto tiempo sea cada vez más una realidad, y parte
de la plantilla forme más pronto que tarde una nueva comunidad en Telecinco.
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