lunes, 21 de enero de 2013

FINAL DE "FRINGE"



Este pasado viernes de madrugada acabó una de las series internacionales más sugestivas e interesantes de los últimos años. No hablamos de otra que de “Fringe”, esa producción de J.J.Abrams que en su primera temporada allá por el 2008 tenía un inconfundible aire a “Expediente X” y una dinámica procedimental que echó para atrás a alguno de los espectadores que comenzaron a verla. Pero que a partir del sorprendente final de la primera temporada fue introduciéndose en su propia mitología para regalarnos una narración particular donde se jugaba con la ciencia ficción, con los viajes en el tiempo, los sucesos paranormales y los mundos paralelos con una pericia envidiable, a través de unos personajes que poco a poco fueron conquistando nuestro corazón.

Y es que este final, haciendo de epílogo de la serie, ha vuelto a incidir en los personajes. Porque al final, tal como se encargaban de asegurar con “Lost”, esta también es una serie de personajes. Unos personajes que nos han atrapado, con sus relaciones y sus sentimientos. Porque nos ha bastado con las dudas de Walter sobre la relación con su hijo Peter, las dudas de Olivia respecto a sus capacidades y su relación con este último, para cimentar sus capítulos. Sumado esto al hecho de que también era una serie con sus propias reglas, con su propio villano (que oscilaba de una temporada a otra) y como no, un final. Ha sido un final correcto, pero nada más. Ni decepcionante, ni admirable. Se ha quedado entre dos aguas, algo que no había hecho ninguna de las temporadas de “Fringe” hasta esta última, que ha sido un poco agridulce. La más diferente de todas, ha sido la que más ha bajado el nivel, aunque aun así ha seguido regalándonos algún momento mágico. En este episodio, hemos tenido de vuelta a Broyles con la fuerza que tenía el personaje en pasadas temporadas, volviendo un poco a la esencia de la serie. En este aspecto, se han recuperado un par de elementos propios de la mitología, como han sido los viajes en el tiempo (aunque de forma latente, ya que no vemos el viaje que realiza Walter con el niño observador) y los universos paralelos (el plan que urden para rescatar al niño observador de las manos de Windmark).

Así pues, también recuperamos a un personaje que ya parecía olvidado, cerrando un poco su historia (que fue importante en las temporadas 3 y 4): Hablamos de Lincoln Lee, al que volvemos a ver junto a Bolivia en el otro universo. Aun así, siempre me he preguntado que hubo tras la desaparición del personaje de Charlie Francis, que me gustaba más que este como compañero de Olivia, y no puedo evitar teorizar que papel hubiera tenido en este final. Después del sacrificio de Nina, pocos podían ser los personajes a recuperar, pero sí que me hubiera esperado algún guiño mínimo a William Bell, que al final no hubo. Respecto a la trama del capítulo doble en sí, ha sido más emotivo que intrigante, ya que el recuperar este mundo paralelo y detalles como la conversación de Walter con Astrid en plan “siempre has sabido como reconfortarme. Astrid es un nombre precioso” ha marcado la intención de los guionistas. Así como la escena final como tal, desechando un posible cliffhanger a nivel de acción o de thriller por un cliffhanger emocional, descubriendo que al final Walter sí que tuvo que sacrificarse eliminándose del presente en la vida de Peter, con ese mensaje mandado a través del tiempo en el que hay una flor dibujada, la flor de la esperanza. Así que, después de tantas alegrías: Bye bye, Fringe.

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