domingo, 27 de mayo de 2012

ESTO ES LA GUERRA


Dos agentes de la CIA (Chris Pine y Tom Hardy), grandes amigos desde la infancia, se enamoran de la misma mujer (Reese Witherspoon). Su amistad desaparece al entrar en esta peculiar situación, y se enzarzan en una batalla de proporciones épicas que pondrá en jaque a la ciudad de Nueva York a la vez que son perseguidos por un mafioso (Til Schweiger) que clama venganza.

Fusiona de una forma autodestructiva el refrán por todos conocidos de “En el amor y en la guerra, todo vale”. La fusión entre el amor y la guerra de una forma mucho más orgánica y tan entrelazada era en la actualidad algo a todas instancias inevitable, ya que te da una serie de paralelismos que se pueden explotar con facilidad. Esta unión es algo que ya vimos por ejemplo en películas como “El señor y la señora Smith”, dónde la misma pareja sentimental se convertían en contrincantes. Aquí son los dos amigos los que se convierten en enemigos en busca de un mismo objetivo, bajo el manto de un enemigo común. Por otro lado, en “Esto es la guerra” hay lagunas lógicas en la narración que le restan bastante verosimilitud, que aunque es algo previsible en este tipo de productos y lo toleramos con cierta naturalidad, si restan puntos a la hora de valorarla. Respecto al reparto, es más que evidente que tienen más química Tom Hardy y Chris Pine, que Reese Witherspoon con cualquiera de los dos intérpretes. Este primero, se está convirtiendo en uno de los actores más cotizados del momento, siendo un fijo de directores como Guy Ritchie (“RocknRolla”) o Christopher Nolan (“Origen” o “El caballero oscuro: La leyenda renace”). Los dos protagonistas son estereotipos en pos de crear divergencia de comportamientos, pero no se vuelven planos ya que tienen ciertos matices que corresponden a su vida personal, lo que me parece un acierto. A este reparto hay que sumarle la incorporación de la amiga desenfadada de la protagonista, liberada sexualmente en apariencia, y que corromperá las decisiones del personaje de Witherspoon, para ejercer de desengrasante femenino de la empalagosidad que nos pueda causar la prota.

El montaje a veces es caótico y muy picado, con diálogos rápidos y eléctricos. Este director, a mi parecer está injustamente castigado y denostado. Parece que claro que su pretensión no es mayor que la de hacer pasar un buen rato al espectador, aunque sí bien es cierto que no le dedica el tiempo que debería a elaborar o a relaborar el guion para mostrarnos lo que quiere contar. Tanto en las dos entregas de “Los ángeles de Charlie” tan criticadas por su inverosimilitud en las escenas de acción y en los efectos especiales, como en la recién estrenada “Esto es la guerra”, parece ser enormemente consciente de estas herramientas y esta manera de narrar, jugándolo por ello a favor haciendo a veces una suerte de parodia, y en otras regalándonos la acción por la acción para disfrute y goce del respetable. ¿Es la mejor forma de proceder? Tal vez no. Pero esta forma es tan lícita como otra cualquiera. Y yo creo que la clave es que lo hace de una forma consciente, no por incompetencia o falta de talento, sino porque es la opción que ha elegido para hacer pasar un buen rato al espectador. Y en mi caso funciona. No estamos ante una película notable pero sí agradable y fresca.

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