viernes, 2 de diciembre de 2011

ACERO PURO


En un futuro no muy lejano el boxeo es robótico: en los combates ya no se enfrentan seres humanos, sino robots humanoides, sofisticadas máquinas diseñadas para luchar. Charlie Kenton, un antiguo púgil que casi llegó a alcanzar la gloria, está pasando una mala racha como promotor de combates. Un día, encuentra un viejo robot desechado y, al comprobar que es un gran boxeador, decide entrenarlo junto a su hijo.

Este drama de acción es predecible en todos sus pasos, pero contiene una gran verdad en su interior y es resultona increíblemente a nivel emocional, además de ser bastante potente a nivel visual. La película funciona excelentemente a mi entender gracias a una producción sobrecogedora, con un uso del sonido apabullante (no a nivel de excelencia, sino porque toda la película está bañada de ruido como si nosotros mismos estuviéramos en el espectáculo de lucha de robots), y sobre todo por conseguir una gran empatía al establecerse un triángulo de emociones que va desde el hijo al padre, del hijo hacia el robot y poco a poco desde el padre hacia los dos sentidos. El robot no tiene sentimientos, pero mientras que el padre lo ve como una herramienta para ganar dinero, el niño lo toma como un proyecto personal, por lo que la máquina adquiere dotes de personalidad humana. Los personajes son muy duros y políticamente incorrectos en un principio, viendo como el padre e incluso el marido de la mujer que está a punto de adoptar al chico, solo ven a este como un estorbo y tratan de sacar a través de él todo el beneficio económico posible.

La elección de casting del chico es muy acertada, con bastante naturalidad y picaresca en su interpretación, además de tener una cara muy expresiva a lo clown que resulta idónea en sus escenas con el robot. La cinta la protagoniza un Hugh Jackman que también parece estar hecho para este papel, dotándole de mucha fuerza tanto física como de carácter, y dándole un arco de transformación, que es muy lógico y predecible por otra parte. Lo mismo sucede con el maniqueísmo de otros personajes como el de Kevin Durand, que interpreta al malo malísimo de la película. Para cerrar el reparto tenemos a la siempre agradable de ver Evangeline Lilly, haciendo de compañera sentimental de Charlie, algo hastiada al ver que este no deja de perder, y cuyas emociones serán revitalizadas por la aparición del chico. Aunque de forma facilona, contiene muchos valores muy emotivos como el amor de un hijo hacia su padre, el que va redescubriendo este segundo respecto al primero, el espíritu de lucha, la constancia y las ilusiones. Todo este cóctel bañado por una correcta banda sonora hace que un guión bastante manido, unos protagonistas bastante estereotipados y relamidos, queden relanzados haciendo de esta una película bastante disfrutable y que conseguirá emocionarte. Para ejemplo basta la escena en que los personajes de Evangeline Lilly y del chico miran al de Hugh Jackman en la última pelea de robots, francamente es para disfrutarla. “Acero puro” se estrena hoy en las pantallas españolas.

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