viernes, 3 de octubre de 2014

LOS TONTOS Y LOS ESTÚPIDOS

Dos historias cruzadas sobre una familia que se desmorona y una joven que se ve obligada a recomponer su vida. Paula (Cuca Escribano) ve cómo la llegada del nuevo amigo de su hija altera todo su orden familiar. Lourdes (Nausicaa Bonnín) es una cajera que tiene que cuidar de su madre en un estado terminal y que se enfrenta a un embarazo no deseado. Una película metanarrativa que nos expone un rodaje dentro del cual se están realizando estas tramas.

Roberto Castón escribe y dirige “Los tontos y los estúpidos”, su segundo largometraje, donde opta por un planteamiento nada atractivo para el espectador medio y cuyo mensaje no es más que un engaño. La opción estética es totalmente minimalista, el único escenario que abarca toda la película es simple y llanamente un plató con un telón negro de fondo donde solo cambia una mínima escenografía o los actores en cuadro. Toda situación recuerda más a una interpretación teatral que a un producto audiovisual, aspecto mucho menos atractivo cuando se supone que dentro de esta historia se está rodando a su vez otro producto cinematográfico. Las interpretaciones dejan muchísimo que desear, tal vez por esa sensación de que se trata de un ensayo más que de una elaboración final para llevar a montaje. No se genera una sensación de proximidad con las historias porque solo vemos pinceladas que nunca parecen estar completamente pulidas, así la empatía resulta imposible y el rechazo se convierte en una opción recurrente a lo largo de los eternos 91 minutos de metraje.

El formato narrativo por el que opta la cinta es irreal y muy poco llamativo, la idea de ofrecer el propio rodaje de la obra como parte de la cinta es una manera de contar muy arriesgada dando lugar a una especie de falso documental sobre el cómo se hizo esta falsa producción interior. El problema surge cuando queda claro que lo que se nos está mostrando no se puede corresponder con la realidad, porque la película muestra un supuesto rodaje de una única jornada con sus paradas para comer y una sucesión de las secuencias de manera cronológica que ni es factible en un sentido práctico ni se podría admitir como plan de trabajo dentro de la industria. Otra cuestión añadida es que contamos con un personaje que se expresa como el director de la obra que se está llevando a cabo y que a la vez que avanza cada secuencia va leyendo en off el guión siendo reiterativo e intermitente en sus aleatorias intervenciones. Los miembros del equipo que vemos en pantalla no son más que actores que interpretan cada puesto como si fuese el suyo, cuando lo más sencillo habría sido poner a los auténticos técnicos y creativos a desempeñar esos papeles que son meramente anecdóticos. Mi valoración: 1 sobre 10. “Los tontos y los estúpidos” se estrena hoy día 3 de octubre en los cines españoles.

Crítica de Sergio Cardete.

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