martes, 21 de febrero de 2012

MI SEMANA CON MARILYN


Año 1956. La joven actriz Marilyn Monroe (Michelle Williams) llega a Inglaterra para protagonizar con Sir Laurence Olivier (Kenneth Branagh) la película "El príncipe y la corista". Colin Clark (Eddie Redmayne), un joven de veintitrés años con buenos contactos, consigue un trabajo como ayudante de producción y es testigo del choque de egos y la tensa relación entre Olivier y Marilyn durante el rodaje.

La composición del icono estadounidense por parte del director Simon Curtis es obligatoriamente fragmentada, pero a mi parecer de un enfoque acertado. La historia se cuenta con el punto de vista peculiar que se muestra a través de un joven ayudante de dirección, una opción muy particular y que exige la traslación de una historia del imaginario popular a la gran pantalla. El contar la historia desde la visión de la diva habría sido una empresa mucho más arriesgada y tormentosa, además de probablemente injusta con la protagonista; aunque por esto mismo no habrá quién tilde al director de pecar de conformista por la elección. Sin embargo, hay hechos que muestran por sí mismos la valía del trabajo de Curtis. La narración logra mostrar varios prismas de la personalidad de Marylin: pasando por su versión pública como torrente erótico y sexual, pero sobretodo en su versión privada y personal, donde se revela como una mujer insegura, atormentada, temerosa de no estar a la altura de lo que ha creado su alter ego, y casi rayando el perfil de mujer border line. Gran parte del trabajo está claramente en el guion; pero la parte definitiva para este buen juego de prismas es el trabajo de la actriz Michelle Williams, que hace una gran labor de introspección regalándonos esta parte más emocional e irregular de la mujer que da nombre al título. A pesar de que Michelle no tiene el magnetismo y la luminosidad del icono de los 50, sí logra recrear con mucho mérito sus miedos, y mostrarnos a una mujer que lucha entre sus distintas versiones, y que no tiene muy claro qué es lo que la gente espera de ella ni lo que ella misma espera de sí misma.

La acompañan en el reparto una mezcla de afamadas y emergentes figuras del cine británico. Por un lado el joven y casi desconocido Eddie Redmayne que da vida al joven aprendiz que se enamorará locamente de Marilyn pero que a la vez supondrá el único apoyo que tendrá la actriz en su aventura cinematográfica. Kenneth Branagh encarna al director y también actor de la película, haciendo un poco el papel de confrontación con el de Michelle Williams, ya que ve la dificultad de trabajar con la diva, pero por otro lado lo extraordinario del efecto que causa en el público. La actriz de la saga “Harry Potter” Emma Watson interpreta por otro lado a una joven sastre interesada en el personaje de Eddie Redmayne, que verá impotente como su flamante novio se prenda inevitablemente de Marylin. Para finalizar, la nota de mayor profesionalidad y saber hacer la pone Judi Dench, encarnando a una de las actrices de “El príncipe y la corista” que tendrá que soportar los retrasos y los caprichos de la diva, pero que actuará de forma maternal respecto a ella. Suma puntos el periodo elegido para reflejar la vida de la modelo y actriz. El que se escoja una película concreta, dónde sus inseguridades fueron tan marcadas incluso hasta el extremo de provocarle un aborto y una crisis, tiene también otro elemento positivo. Se crea así un cierto efecto de metacine, en el que la película muestra cómo se hace una película. Aquí se conjugan los códigos que todo cinéfilo conoce sobre este mundillo con el comportamiento conocido de Marilyn Monroe, logrando despertar la sonrisa pero también la empatía con la historia que toda película debe lograr. “Mi semana con Marilyn” se estrena este viernes 24 de febrero en las pantallas españolas.

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