martes, 15 de febrero de 2011

IT´S KIND OF A FUNNY STORY


Craig (Keir Gilchrist) es un chico de dieciséis años que está deprimido sin un motivo real aparente, sin embargo, se ve incapaz de manejar todo lo que tiene encima propio para un adolescente. Por esto, y para evitar las tendencias suicidas, se interna voluntariamente en un hospital psiquiátrico durante cinco días dónde conocerá a un peculiar amigo (Zach Galifianakis) y a una chica muy parecida a él (Emma Roberts).

Este producto con aires independientes y basada en la novela del mismo título de Nez Vizzini habla de las ganas de vivir, de superar los problemas que a veces no son tales, con una madurez y un desenfado dignos de alabar. Ambientada en una institución mental, presenta a un personaje deprimido, interpretado de forma correcta por el adolescente Keir Gilchrist, que al entrar en contacto con distintas realidades mucho peores que las suyas, a la vez terribles pero entrañables, inicia un proceso en el que será capaz de ayudarse a sí mismo y también a las personas que le rodean. En este proceso encontrará un excepcional aunque patético aliado en las manos de Bobby (Zach Galifianakis), un hombre adulto que se ha intentado suicidar en seis ocasiones, pero que es inteligente y cínicamente alegre en algunos momentos, un personaje contradictorio que le viene como anillo al dedo al emergente actor. A una Emma Roberts que ejerce de elemento femenino del film, hay que añadir la aparición siempre agradable de Jeremy Davies (“Daniel Faraday” en Lost), que no podía faltar en un proyecto de estas características.

Sin que la trama sea el desarrollo de enfermedades psicológicas, la mayoría de personajes se mueven en estos trastornos, ya que la mayor parte del film se desarrolla en la institución mental. La esencia e implicaciones de las enfermedades psicológicas de los distintos pacientes que interactúan con Craig están bastante bien dibujadas, usadas de una forma que se aleja de contar las penurias y procesos que se asocian a estas personas, sino como una forma de hacer comedia pero no por vía de la parodia, o de un uso gratuito de la enfermedad, sino de la ternura y poniendo en relevancia uno de los grandes avances en cuanto a los tratamientos psiquiátricos: la creatividad. Esto quiere decir, el centrarse en que esta gente, que obviamente tiene grandes limitaciones, es capaz muchas veces de desarrollar formas creativas para integrarse con otros mecanismos en un mundo que ellos puedan reconocer (a través de la música, del juego, del dibujo…) en vez de solo aplicarles un tratamiento basado en sus limitaciones, en los hándicaps que les desintegran de la sociedad y que en los tratamientos habituales parecen encapsular; dando por hecho que lo mejor para ellos es encerrarlos en su personalidad para que no sean conscientes de los impedimentos que tienen para hacer una vida social plena. Esto lo retrata de una forma maravillosa en la película, haciéndose valer para provocar sentimientos en el espectador que van desde la ternura hasta la absorción de esos grandes aires positivos que desprende el film.

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