lunes, 2 de noviembre de 2009

CELDA 211

Existe el buen cine en España, y sobre todo el cine novedoso alejado de la comedia costumbrista o del relato histórico, y la película de Daniel Monzón es la viva prueba de ello. Tenemos ante nosotros un drama carcelario con tintes de thriller, donde un nuevo funcionario de prisiones va a visitar su nuevo lugar de trabajo y se ve envuelto en un motín inesperado, que pondrá a prueba lo que está dispuesto a hacer con tal de sobrevivir en esa pesadilla. El reparto está espléndido de principio a fin, pasando desde el breve papel de Marta Etura como esposa del protagonista a un inmenso Luis Tosar que se adueña de la pantalla con un ejercicio físico de interpretación impresionante; tenemos también a Antonio Resines por fin en una apuesta del director por darle un papel distinto al que nos tiene acostumbrados siempre, al que por un lado cuesta creernos un poco debido a su carrera cinematográfica tan lineal; y al protagonista, el novato Alberto Amnann, que cumple sin más en su papel. La ambientación está lograda y no se deja llevar por los estereotipos americanos en cuanto al comportamiento y la forma de moverse dentro de estas instituciones penitenciarias. Tiene pequeñas interjecciones cómicas bastante bien repartidos entre los personajes de la película pero nunca deja de tensar el hilo de suspense que mantiene al espectador pendiente de lo que está sucediendo y puede sucederle al personaje principal, situado casi desde el principio a un bombardeo de situaciones límite que marcarán el devenir de la historia. La película es casi en su mayoría fiel a la novela, lo que es un acierto ya que el guión, adaptado con mano derecha, es uno de los puntos fuertes de la película; a excepción del final de la película, en la que el director ha optado por salirse de las líneas establecidas por el escritor y dar un final más impactante, y para mí de acuerdo con la situación planteada, más real y más potente fílmicamente.

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