lunes, 26 de noviembre de 2007

EL HOMBRE DE ARENA

El film del debutante José Manuel González-Berbel bucea, como últimamente sucede con demasiada frecuencia en nuestras producciones, en la historia española más reciente (se sitúa a finales de los años 60) y esta vez en la ya derogada "ley de Vagos y Maleantes" que sirve de pretexto para abrazar una historia de amor y de lucha a su manera. La película está rodada en Extremadura que es dónde se ubica la acción del film, concretamente en un psiquiátrico en el que es internado sin motivo racional Mateo, el protagonista, donde vivirá la injusticia del sistema y conocerá a Lola. "Todo el pueblo de Salvaleón nos ayudó en el rodaje. Tuvieron que aguantar a estos locos del cine y también a los animales que en algunos momentos no nos dejaron grabar alguna secuencia", explicó la pareja de protagonistas. María Valverde, que también comparte protagonismo aunque en menor grado, interpreta a Lola, quien tendrá una intensa relación con Mateo para tratar de que la historia no les olvide como les ocurrió a tantos, un papel complicado tanto en palabras del director como de su propia intérprete. "El personaje de María es muy difícil; apenas tiene diálogos, y debía tener sucesivas cargas de personalidad, estar al borde de la crisis en muchos casos y a mí me parecía que María lo podía hacer bien", dijo el director sobre el personaje, matizado a continuación por Valverde: "Fui yo quién tuvo que interpretarlo, pero él tenía muy claro la Lola que quería y hasta las dos semanas de rodaje no me dijo que la tenía, y fue cuando ya me quedé un poco más tranquila. Simplemente me dejé llevar un poco por Hugo y por todos los que nos rodeaban." La historia es secundada por actores de lujo como Ana Torrent o Mercedes Sampietro (algo desaprovechada la primera e innecesaria la segunda en la introducción del "cuento" junto a Ana Ruiz), habituales como Alberto Jiménez (el director del psiquiátrico) y jóvenes actrices como Irene Visedo o Silvia Marty; además de contar con la colaboración de otros actores que interpretaron al conjunto de internos. "Todos los locos que se ven en la película son actores de una compañía de teatro de Extremadura y era un gustazo trabajar con ellos porque cada uno estaba trabajando su patología incluso cuando la cámara estaba en otro lado… se creaba una atmósfera muy buena de trabajo", se deshizo en elogios Hugo Silva.

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