jueves, 22 de marzo de 2012

EL PERFECTO DESCONOCIDO


Mark O’Reilly, un misterioso viajero, llega a un pequeño pueblo mallorquín y se instala discretamente en un viejo comercio abandonado. Los vecinos pronto se entusiasmarán creyendo que Mark pretende reabrir el local y ello reanimará el pueblo. Pero un detalle pasa desapercibido para todos: Mark no tiene intención alguna de abrir la tienda. Ni siquiera habla castellano. Las verdaderas intenciones del viajero en la isla se ocultan detrás de una vieja fotografía, que le ha llevado hasta allí en busca de respuestas.

Toni Bestard ha hecho con esta una película sencilla. Y cuando digo sencilla quiero decir sencilla. Facilona. Con pocos elementos, con pocos personajes y pocas tramas, e intentando dotar de un espíritu interno a la narración que realmente no tiene. La apuesta es arriesgada: otorgar el peso de tu película a un actor extranjero que no se entiende con el resto de los personajes es un hándicap difícil de salvar. El pretexto o leitmotiv es que no les entiende, pero sí les comprende. Sin embargo, esto queda de una forma tan superflua y tan débilmente ejemplificado que esa dinámica humana que quiere transmitir el director se pierde. Por ello, nos quedamos con las historias individuales de algunos personajes en los que sí merece la pena centrarse: el policía que quiere reactivar el pueblo y necesita enamorarse (Carlos Santos), una mujer dicharachera y pedante que quiere quedarse embarazada (Ana Wagener) o una adolescente rebelde que siente que ese no es su sitio (Natalia Rodríguez).

Sin embargo, el reparto está muy bien elegido. Empezando por un eficiente y gestual Colm Meaney dando vida al protagonista del film, un siempre resultón Carlos Santos en un papel entre cómico y emotivo, la incombustible Ana Wagener que nos deja momentos bastante aceptables a nivel de comedia; y la pareja adolescente romántica formada por el novel Guiem Juaneda (que tiene un enorme parecido al actor Daniel Radcliffe en la saga “Harry Potter”) y la no tan novel Natalia Rodríguez (“La pecera de Eva” o “El pacto”). La relación entre esta pareja se queda a medio camino, ya que a mí me pide algo más trabajado, ya que la sutileza con la que se intenta tratar la relación de estos dos personajes, muy alejados pero que se sienten fuera de casa a pesar de estar en ella, parece pasar de puntillas. A la película le falta un alma mucho más concreta, ya que solo sobreviven momentos entrañables como la encuesta del personaje de Carlos Santos a los miembros más ancianos del pueblo preguntándoles por sus necesidades, logrando un clip dramedia bastante agradable de visionar. Así, se recurre mucho al gag de enseñar palabrotas al personaje irlandés, que lo suyo hubiese sido que hubiera quedado como mera anécdota de uno de los pulsos de la trama, utilizando el elemento para darle un giro de tuerca en vez de ir a lo fácil. Mi puntuación: un 5 sobre 10.

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