Marcos (Álvaro Díaz Rodríguez) es un joven acomodado que
vive a base de excesos para evadirse de las situaciones de la vida real que le
golpean pero prefiere evitar. Tras el suicidio de su novia y la muy complicada
relación que tiene con su madre, se vuelca en su amigo Víctor (Christian Casas)
al que arrastrará por el mal camino. Lo que no sabe es que siempre habrá
alguien para cuidar de él, aunque no lo parezca o se mantenga en la sombra
desde su abuela, la madre de su amigo, la mejor amiga de su novia o incluso su
“padre”.
El mexicano Joel Arellanes Durán dirige y escribe su primera
película, con producción íntegramente española, basándose en una serie de
situaciones reales que ha ido documentando para unirlas y dar forma a su guión
generando un claro mensaje moral. En algunos momentos “En apatía. Secuelas del
odio” roza peligrosamente con convertirse en un panfleto propagandista en
defensa de la creencia en dios, o como mínimo en una entidad mística que
siempre va a estar ahí para protegernos y que nos va a hacer ser mejores
personas. Como apuntó en la rueda de prensa, el realizador defiende que el
poder creer en algo te hace creer en tu entorno y esforzarte por mejorarlo.
Aunque la película no dice abiertamente que haya que creer en la existencia de
un dios, sí que plantea algunas preguntas que deja abiertas a la libre
interpretación del espectador sobre qué hay más allá de la muerte, o si
nuestros actos en la vida de verdad merecen la pena o trascenderán de alguna
manera.
Las carencias de la cinta son muy evidentes a nivel de
producción y presupuesto, recordando en muchas ocasiones a un producto
televisivo más que a una película concebida para ser exhibida en salas. Ya
desde los títulos de crédito iniciales podemos ver que son los propios de una
obra del mercado doméstico que de una película. Los actores están demasiado
marcados por un guión en ocasiones reiterativo y que no ayuda a una buena
aceptación de las ideas de la cinta por su excesivo subrayado. Así, las
interpretaciones y los rasgos distintivos de los personajes recuerdan más al
formato del melodrama que a una visión realista como sería lo preferible para
estas intenciones que defiende. La calidad de imagen, la edición y la
sonorización de la película dejan bastante que desear y tal vez con una mayor
inversión se podrían haber solventado. Mi valoración: 4,5 sobre 10. “En apatía.
Secuelas del odio” se estrena este viernes 9 de mayo en los cines españoles.
Crítica de Sergio Cardete.
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