“Pulseras rojas” acabó la andadura de su segunda temporada,
que constó de dos capítulos más que la primera, esta pasada noche del lunes en
Antena 3. Esta nueva tanda de episodios evidenciaron que la producción de Albert
Espinosa todavía es capaz de emocionar, pero que las tramas dentro del hospital
se estaban desgastando poco a poco, por lo que se ha tenido que recurrir a ciertos
artificios para levantar el interés del espectador.
Si es cierto que antes esta repetición inevitable de tramas
que ya habíamos visto, se ha optado por intentar desmarcarse un poco del estilo
común de la serie para regalarnos algún episodio especial que se saliera de
tono. Estos dos episodios han sido los momentos previos a la muerte de Benito,
donde éste relataba a Lleó como él también llegó a formar un grupo con los
hermanos de su familia, y que estaban interpretados por los mismos actores de
los Pulseras Rojas; en el segundo, Álex llegaba al hospital para mostrar a Lleó
como sería su vida si nunca hubiera tenido cáncer, lo que había ganado pero
también lo que había perdido. También podemos englobar entre éstos un capítulo
en que un preso con cáncer ponía en jaque la vida de todos los Pulseras, siendo
salvados in extremis. En este proceder tan atípico, también hemos tenido que los
dos últimos episodios de la temporada se alejaban totalmente de los decorados
del hospital para mostrarnos a unos Pulseras que acompañaban a Lleó en su viaje
de libertad en el momento en que decide dejar de luchar contra el cáncer.
Si el elemento fantástico de la primera temporada lo ponía
el coma de Roc transformado en una piscina que otros personajes –Toni y el
señor Benito- podían visitar, en esta se ha vuelto a recuperar el personaje de
Álex, metafórico ángel que sobrevuela las alas del hospital y que nunca se
explica claramente quién o qué es. Los personajes han estado menos justificados
que en la primera temporada, ya que cada vez veíamos más la mano de los guionistas
para hacer que los Pulseras Rojas se juntaran: el caso de Roc es el más
extremo, ya que además de ser el menos definido (que chocantemente es el “imprescindible”
de los Pulseras) es imposible creerse que se pierda una prueba tan importante
solo por una especie de corazonada. El gran acierto de la temporada ha sido la
incorporación de Rim (interpretada por la sorprendente Laia Costa) y de los
mini-pulseras, que han ejercido la primera como un espejo de Lleó (por otro
lado, protagonista absoluto de la temporada), y los segundos como cierto alivio
cómico en determinados momentos. La aparición continua del espíritu Ignaci
apoyando a Jordi y haciéndole volver a ser quien era, ha acrecentado este
sentimiento especial y mágico que ha rodeado los episodios.
En el apartado musical, se ha seguido optando por una banda
sonora en catalán exquisita que son un elemento más de la serie (imperdibles
esos momentos con “Fil de llum”, “Quan es faci fosc” o “Res tornarà a ser igual”),
casi un personaje más, pero de la que en ocasiones se abusa con demasiada impunidad.
La temporada acaba con los Pulseras fuera del hospital, con Cris que suponemos
que tendrá que volver en algún momento, pero con Toni, Jordi y Roc que no
tienen ninguna excusa real para volver si los guionistas así lo necesitan. Mientras
Lleó, tras haber leído una carta que le dejó Benito antes de morir, parece
haber decidido si sigue luchando o se abandona a lo inevitable. La supuesta
tercera temporada nos plantea unos cuantos interrogantes: ¿Cuál ha sido la
decisión de Lleó? ¿Aguantará la productora tres años para la siguiente
temporada como quieren Espinosa y Freixas? ¿Nos encontraremos entonces a los
Pulseras conviviendo juntos fuera del hospital? ¿Habrá sobrevivido Lleó?
para mi la serie está impecable, porque muestra más que un montón de chicos enfermos, muestra el verdadero sentimiento de vivir, el ver la muerte cara a cara y por el hecho de conocerla a ella, amar y valorar más a la vida. la verdad, espinosa es un genio!
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