Carlos (Antonio de la Torre) es el sastre más prestigioso de
Granada, pero también es un asesino en la sombra. No tiene remordimientos, ni
culpa: hasta que Nina (Olimpia Melinte) aparece en su vida. Por ella, conoce la
verdadera naturaleza de sus actos y surge, por primera vez, el amor.
La película de Manuel Martín Cuenca es, como ellos se
encargan de definir, un thriller minimalista que no se encuadra en un género
concreto. Esto quiere decir que, hay margen para que la historia pida su propio
género, para que se fusione este thriller tan difuso que casi desaparece, con un
drama que cuenta la historia de un personaje monstruoso, para dar paso a una
suerte de historia romántica -atípica a más no poder- que pretende redimir al
protagonista. Porque el mensaje de la película quiere darnos a entender que el
amor puede cambiarlo todo, que puede ser la catarsis definitiva incluso para un
personaje tan incapaz como lo es el dibujado por Antonio. Sin embargo, en este
desdibujar las líneas de los géneros, la película se nos hace lineal, a veces
incluso nos cuesta ver donde se quiere llegar: ya que ni tenemos una historia
de investigación y de ocultación como tal, ni una historia de amor definida, ni
un drama potente. Por tanto, este cóctel no acaba de encontrar su sabor
esencial, aunque tiene imágenes ciertamente potentes -el accidente del principio es buen ejemplo de ello-.
Esto tiene que ver con que tal vez la historia no dé como
para una película: tal vez para un documental, tal vez para una novela criminal.
Pero la falta de intensidad y de contenido de la historia hace que el gran
trabajo de composición de Antonio de la Torre encarnando a Carlos, no sea
suficiente para hacer de ésta una película más satisfactoria. Porque el actor
realmente entiende a la perfección su propuesta actoral, e interpreta asiéndose
a elementos que no se queden en esa vaga noción de maldad, sino que el mundo de
la sastrería y su concienzudo gusto por el orden le ayudan a crear a alguien
humano, reconocible dentro de lo irreconocible. Por otro lado, el trabajo de
Olimpia Melinte, dando vida a dos gemelas con las que se cruzará en uno u otro
momento el protagonista, es sorprendente: su encarnación de la extraña
partenaire de Carlos es impecable y versátil, pero su primera aparición como
gancho de la historia interpretando a su otro personaje la convierte en un
cliché que desmerece bastante. Mi puntuación: 5,5 sobre 10. “Caníbal” se
estrena hoy viernes en las salas españolas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario