Beca (Anna Kendrick) es de esas chicas que prefiere escuchar
lo que sale de sus cascos a lo que pueda decirle alguien. Al llegar a la
universidad, no tiene cabida en ningún grupo, pero la obligan a unirse a uno
que jamás habría escogido, formado por chicas malas, chicas buenas y chicas
raras que solo comparten una cosa: lo bien que suenan cuando están juntas
cantando a coro. Beca quiere que el grupo de canto acústico salga del
tradicional mundo musical y llegue a alcanzar armonías nuevas y sorprendentes. Las
chicas deciden escalar puestos en el despiadado mundo del canto a cappella
universitario. Su intento puede acabar siendo lo mejor que han hecho, o quizá
su mayor locura.
Esta película se asemeja bastante a lo que podría ser un
capítulo de la serie “Glee” alargado, o sí se quiere mejor, como tres capítulos
de “Glee” cohesionados y con una línea argumental que va desde el clásico
romance adolescente en fraternidades universitarias a una línea un poco más madura y más potente
en la que entran en juego las necesidades de ser aceptada, de encontrar tu
lugar en el mundo y de encontrarte a ti mismo. Porque esta es una película
extravagante en su esencia, que a veces se deja bañar por los prototipos de
películas americanas de este género; sin embargo, este uso continuado de
clichés es a veces su mejor arma (en determinados compases funciona extrañamente bien) pero
también su peor defecto, como en el final prototípico de “happy ending”
americano que se nos propone. Es una película sobre la música pero que no es
musical, y que está más del lado de la reciente “Damiselas en apuros” que de lo
que puede ser por ejemplo la saga de “High School Musical”. Su apuesta
independiente también viene de lado de unos personajes desenfadados y en
algunos casos novedosos, que hacen de complemento ideal a lo que se nos está
contando realmente.
Este tipo de películas tiene la suerte de tener como eje la
música. Ese gran maestro que es capaz de suscitar las más grandes emociones y
estados de ánimo por sí misma, y por tanto, hacer capaz de provocar que
disfrutes una escena cuando el único elemento válido es ese. Porque esto es lo
que suele pasar con este tipo de películas, que te das cuenta de que en un
momento dado no están contando gran cosa, o que no se está avanzando en la
tesis que trata de defender en su propuesta el film, pero solamente las notas
ya bastan para sumirte en un estado sentimental concreto. Encontramos también
que la protagonista, la cada vez más valorada Anna Kendrick, está muy correcta
en su papel, y está bien acompañada de un buen surtido de secundarias a cada
cual más disfuncional encabezadas por las actrices Brittany Snow, Rebel Wilson
o Anna Camp. Tiene una aparición especial, uno de los fijos de estas últimas
películas independientes con muy mala baba que se sumerge en el mundo de las
fraternidades desde un punto de vista diferente, Christophter Mintz-Plasse. Mi
puntuación: 6,5 sobre 10. “Dando la nota” se estrena mañana viernes en las
salas españolas.
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