miércoles, 12 de septiembre de 2012

EL ANTIHÉROE: DEXTER MORGAN VS WALTER WHITE


Hace unos años la ficción americana dio luz verde de forma más o menos fortuita a una forma de entender sus series en la que tomó relevancia y protagonismo la figura del antihéroe. Perpetrada a mi entender en un inicio en el personaje de Gregory House, interpretado magistralmente por el también magistral Hugh Laurie, se inició una senda en la que el antihéroe se erigía como protagonista real del producto, ya no solo como un personaje secundario o en un reparto coral, sino como verdadero epicentro del drama (y también de la comedia).


En este aspecto han surgido dos personajes que marcarán un antes y un después en la ficción estadounidense, y que no son otros que Dexter Morgan y Walter White. El primero, interpretado por Michael C.Hall, y el segundo, encarnado por Bryan Cranston, son los ejemplos más claros y potentes de este prototipo emergente de protagonista. La palabra “antihéroe” hace referencia en este contexto a un personaje de ficción que tiene algunas características antiéticas comparadas con las del héroe tradicional, es decir, realizará actos que son juzgados “heroicos” pero lo hará con métodos o intenciones que no lo son tanto, o viceversa. (SPOILERS)  Así sucede por ejemplo con Dexter Morgan, que parte de un punto en el que un fin en sí mismo como es la necesidad inapelable de matar la convierte en un medio que utiliza para el propósito en principio de “bien común” de eliminar a gente que realmente él considera que lo merece, para lo cual los códigos marcados por su padre adoptivo constituyen su forma de arañar su lado heroico. En el caso de Walter White sucede el proceso inverso: un medio como era la preparación de metanfetamina, que sirve en un principio a una labor heroica que supone el financiar la vida de su familia cuando le es detectado un cáncer, se convierte poco a poco en un fin en sí mismo en una escalada de decisiones que hace tambalear sus códigos morales hasta convertirse incluso en un asesino.

De esta forma, Walter comienza siendo un buen padre de familia que realiza actos reprobables para beneficiar a su familia y acaba siendo un “hijo de puta” con todas las letras (con perdón), por lo que el espectador en un comienzo ha empatizado con él y en ese “tour de force” del personaje no sabe como reaccionar, no sabe en qué punto dejar de empatizar, teniendo en cuenta además que a veces este no es un proceso consciente. En el caso de Dexter Morgan esta dualidad ética-moral está integrada desde un principio, ya que desde el primer capítulo se nos muestra a un personaje que mata gente pero también se nos revela en seguida sus códigos, su búsqueda del bien común y sus intentos de salvación personal. ¿Qué siente/piensa el espectador cuando se da cuenta de que está empatizando con un asesino en serie, o con un hombre de familia que por otra parte es capaz de envenenar a un crío solo para lograr sus propósitos? ¿Realmente empatizas con el personaje o solamente el hecho de que sea el protagonista de una serie ya te predispone a no odiarle y disfrutar de su comportamiento sin juzgarlo? ¿Qué opináis? Sin duda la aparición del antihéroe ha supuesto un gran avance a nivel narrativo, pero también a nivel de decodificación emocional del espectador.

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