martes, 18 de septiembre de 2012

ENCASILLARSE


¿Qué significa que un actor está encasillado? Comúnmente esta expresión se suele utilizar cuando un actor lleva interpretando a un personaje (en una serie de ficción entendemos, porque en largometrajes es más difícil a no ser el caso de una saga, como por ejemplo puede ser “Harry Potter”) durante tanto tiempo y con tanto calado que la gente entiende que va a ser muy difícil que el actor sea creíble en otro papel distinto.

Para analizar esto hay que tener en cuenta que este proceso, o situación prolongada, produce ese efecto tanto en el actor como en el espectador. El que a un actor se le tache de encasillado significa por otro lado un trabajo bien hecho en casi todas las ocasiones, por parte de la producción ya que ha dado continuidad al personaje, y por parte del actor ya que le ha defendido de una forma que se está quedando en el subconsciente colectivo.  Aunque hay actores que enseguida abandonan sus series por temor a verse en este dilema (el caso por ejemplo de Miguel Ángel Silvestre, que abandonó tempranamente tanto “Motivos Personales” como su exitoso papel de El Duque en “Sin tetas no hay paraíso”) si es cierto que ahora es mucho más lógico y justificado el que los actores no se preocupen tanto por este fenómeno, ya que la crisis aprieta en todos lados y el tener un personaje regular supone tener trabajo por un periodo largo de tiempo y unos beneficios regulares, algo que normalmente no es posible si te dedicas al cine. El intérprete se debate entre tener un trabajo regular y asegurado, y que la gente no se despegue fácilmente del personaje interpretado.

En nuestra ficción nacional televisiva tenemos casos para todo. Aquí van algunos de ellos: José Luis Gil es un caso curioso, ya que a pesar de estar en dos ficciones distintas en la última década interpreta prácticamente al mismo personaje en ambas (“Aquí no hay quien viva” y “La que se avecina”), dando vida a un personaje al que la vida le viene grande y al cual no paran de azotarle contratiempos en los que él no debería estar envuelto. Así mismo le sucede a Eduardo Gómez, que lleva haciendo el mismo papel desde que apareciera como padre de Emilio en “Aquí no hay quien viva”, pero que es consciente de sus limitaciones y que no da para mucho más, por lo que como él mismo ha dicho, se dedica a aprovechar el momento. Otra figura esencial de nuestra televisión patria es sin duda el actor Paco León, quien encarna desde hace años el papel del Luisma, del que va a serle muy difícil despegarse pese al gran actor que es, pero que por otro lado es un pilar fundamental sin el que probablemente “Aída” sí que desaparecería, algo que no sucedió por otro lado ni con la marcha de su protagonista. Un caso que me parece importante recalcar es el de Juanjo Artero, que está consiguiendo algo bastante extraño como es dar vida a personajes muy reconocidos aunque no muy prototípicos, pero que no son inolvidables, y por eso ha tenido la suerte y el buen hacer de interpretar personajes protagónicos en series: desde su Javi de “Verano Azul”, al Charlie de “El Comisario” y el último Capitán del Estrella Polar en “El Barco”. En el caso contrario encontramos situaciones como la de Antonio Hortelano, cuyo Quimi es un personaje tan en el recuerdo colectivo que es incapaz de despegarse de él en todos los papeles sucesivos que ha interpretado, agravado esto por la particularidad de seguir interpretando papeles de adolescente con más de treinta años. Por lo tanto, ahí está la pregunta: ¿Seguir con el papel que llevas tantos años interpretando o dejarlo en lo alto? He ahí la cuestión.

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