Sam (Megan Suri), una
adolescente india-estadounidense, vive en un suburbio idílico con sus padres.
Las inseguridades culturales de Sam crecen debido a su amiga, Tamira (Mohana
Krishnan), quien lleva consigo un misterioso frasco todo el tiempo. En un
momento de ira, Sam rompe el frasco de Tamira y desata una antigua fuerza
demoníaca india que secuestra a Tamira. Sam busca a Tamira, siguiendo el rastro
de un joven que realizó un ritual mortal, hasta que la entidad demoníaca
comienza a atacarla, asesinando a su novio y destrozando su realidad con
visiones aterradoras.
Llevo años con una sensación
de desencanto con respecto a las películas de terror. Normalmente, no consigo
llevarme más que un par de sustos derivados de alguna subida aleatoria o no
aleatoria del volumen de la música, algún portazo, o algún brusco movimiento o
bien de personaje o bien de cámara. Llevo tiempo buscando una historia que me
genere ansiedad, que me atrape, que me haga entrar de lleno en el desasosiego
del personaje protagonista. Esta tampoco ha sido la afortunada. El director,
Bishal Dutta, intenta aquí recoger una leyenda tradicional hindú para contar
también una historia sobre el desarraigo, sobre la dificultad de encajar en una
nueva sociedad, el cambiante y difícil sentido de pertenencia… no es un mal
punto de partida, pero el núcleo central de la historia de terror se llena muy
rápidamente de clichés.
El centro de todo el mal que
emerge en la película viene de un ente demoniaco del que vamos descubriendo
poco a poco su origen, esta tradicional historia de la mitología hindú, pero
del que se da pinceladas bastante caóticas. Lo único de lo que el espectador es
testigo es de que se le puede meter en un tarro, que cuando sale se alimenta de
los sentimientos negativos y ataca indiscriminadamente para alimentarse de esos
sentimientos. De ahí la metáfora sobre las víctimas que ha elegido para seguir
su periplo de ente demoniaco: dos amigas que dejaron de ser amigas por la presión
que ejercía una nueva cultura y un nuevo país en sus personalidades. En
resumen, una idea sencilla pero noble se ve lastrada por ciertos giros trillados,
y arcos de personaje oportunistas, como el de la madre de la protagonista, que
hace de poli malo en la dupla paternal, para al momento aceptar la versión
sobre el demonio que le da su hija a pies juntillas. Mi puntuación: 5 sobre 10.
“Vive dentro” se estrena este viernes 26 de enero en las salas españolas.
Crítica de Héctor Izquierdo.
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