sábado, 7 de febrero de 2015

TIMBUKTU

La ciudad de Tombuctú está controlada por yihadistas mientras su población intenta seguir con su estilo de vida, el cual no resulta acorde con lo que promueven y defiende la ocupación. Kidane (Ibrahim Ahmed) es un pastor que vive a las afueras ajeno a todo control por parte de la guerrilla hasta que un desafortunado accidente le llevará a sufrir sus formas.

El mauritano Abderrahmane Sissako dirige y coescribe el guión de “Timbuktu”, una denuncia contra las clases oprimidas por una iniciativa político-ideológica que no tiene una cabeza clara sino cientos de ramificaciones independientes, los yihadistas son jueces, jurado y verdugo respecto a unas normas que ellos mismos han escrito y aplican de manera ajena a todo control gubernamental. La película es una coproducción entre Mauritania y Francia, como en buena parte de la filmografía del realizador. El auge que está experimentando el cine africano en los años recientes apoyado por las colaboraciones con países europeos para lograr mayor difusión y reconocimiento hace que cada vez podamos conocer más cinematografías habitualmente ocultas a nuestros circuitos. Tras su paso por el último Festival de Cannes, “Timbuktu” ahora opta al Oscar a la mejor película en lengua no inglesa, constituyendo la primera vez que una película del país africano obtiene esta candidatura.

El choque cultural en una sociedad que es predominantemente musulmana, pero donde cada tribu tiene una historia y unas costumbres muy diferente y afronta la religión desde un punto de vista casi opuesto. Los yihadistas pretenden prohibir que la gente esté en la calle, que se escuche música, que se juegue al fútbol, incluso que las mujeres lleven las manos al descubierto; pero sus miembros no son naturales de Malí y mucho menos han vivido como el pueblo raso al que someten. Entre los auténticos habitantes de la región están los ganaderos nómadas que se desplazan con sus animales por el desierto sin tener un lugar ni unas normas claras. Y por otra parte están los bambara, un pueblo que hereda tradiciones propias desde muchos siglos atrás de cada uno de sus clanes y que hacen cohabitar con sus creencias islámicas. A través del conflicto idiomático que nos presenta la cinta podemos ver el propio conflicto en las conductas, mientras que los malienses tienen el francés como su lengua oficial habitualmente emplean el shongai o el bambara para hablar entre ellos, y sin embargo la ocupación que defiende la Yihad habla árabe, francés o incluso inglés. Se muestra una clase adinerada y despegada del territorio que quiere controlar, con acceso a unos medios con los que un país empobrecido no puede ni soñar. Mi valoración: 5 sobre 10. “Timbuktu” se estrenó ayer viernes día 6 de febrero en las salas españolas.

Crítica de Sergio Cardete.

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