Alfredo (Ernesto Chao) es un médico jubilado que vive en mitad del
campo en una casa aislada donde guarda el cadáver criogenizado de su
mujer hasta que el desarrollo de la ciencia consiga devolverla a la
vida. Corona (Nerea Barros) es la enfermera que lo cuida y se encarga de
mantenerle la casa en orden. Leandro (Manuel Cortés) es el hijo del
protagonista que vive lejos de su padre y no entiende que siga siendo
así después de tantos años.
El director Xavier Fernández, también
a cargo del guión, relata una historia sobre la soledad y el recuerdo
que impide avanzar en la vida al protagonista. Encuadrando la trama en
un entorno natural frondoso y característico de Galicia, hace un pequeño
homenaje a su tierra y las costumbres de la zona. La cinta está
planteada íntegramente en gallego para ofrecer esa sensación de realismo
con la región en la que se desarrolla, además todo el reparto está
conformado por profesionales que residen muy próximos a las
localizaciones de rodaje y entienden a la perfección esa forma de vida.
El realizador vuelve a contar con Nerea Barros, a la que él mismo
descubriera hace más de quince años dándole un papel protagonista en
“Nena” y permitiéndola hacerse un hueco en el mundo del cine. Tras una
buena acogida a su paso por el Festival Internacional de Karlovy Vary el
año pasado y por el Festival de Málaga hace tan solo unos meses, la
propuesta se enfrenta al público general con dificultad por tratarse de
una historia tan simplificada y focalizada en su propio mundo con un
ritmo muy pausado pero a la vez haciendo elipsis bruscas que puede
resultar costosa de aceptar.
La premisa de inicio de la película
resulta muy llamativa, el hecho de que Alfredo tenga a su mujer en el
sótano bajo estado de criogenización desde hace más de treinta años
recurriendo a una práctica que está al margen de la legalidad podría dar
mucho juego. El problema es que no se exploran todas las alternativas
que daría tal situación, se convierte en un hecho que solo sirve para
aportar profundidad al protagonista y que nos permite entender algunas
de las conductas que tiene en su vida hacia los que aún siguen vivos a
su alrededor. Este caso está basado en el hecho real de lo que hizo el
doctor francés Raymond Mantinot manteniendo congelada a su esposa tras
fallecer por si se encontraba una cura para su enfermedad, los medios de
comunicación se hicieron mucho eco del caso y hubo toda una serie de
juicios que llevaron al gobierno galo a prohibir la criogenización de
seres humanos y el consiguiente impedimento al médico de mantener en ese
estado a su cónyuge. Al final en el film esto no es más que un tema de
fondo que no se desarrolla más que lo mínimo, sin que nadie valore lo
moralmente aceptable o reprochable que resulte. Mi valoración: 3,5 sobre 10. “El oro del tiempo”
llega a los cines hoy viernes 1 de agosto.
Crítica de Sergio Cardete.
viernes, 1 de agosto de 2014
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