La nueva serie del productor J.J.Abrams, “Revolution” ha terminado con éxito su andadura por la parrilla americana en su primera temporada, con una tanda de veinte capítulos que han ido readaptándose poco a poco al ser consciente sus creadores tanto de sus puntos fuertes como de sus limitaciones, creando una ficción de aventuras post-apocalíptica que tiene un par de personajes interesantes sobre las que cimentar ciertos conflictos universales.
Por fin las luces se han encendido para todos. El apagón con
el que inició la serie se ha detenido después de más de una década. Ese es el
cliffhanger parcial con el que nos deja el final de la primera temporada de “Revolution”.
Porque los guionistas ya se han dado cuenta de que la intriga del origen argumental no es la que mueve a los espectadores. Por esto, se han ido cada vez
más derivando hacia la acción pura y dura, hacia una acción derivada de cambios
de alianzas, de pequeñas venganzas y grandes necesidades por salvar un mundo
que tiene una nueva configuración. Porque la segunda parte del cliffhanger
viene así: al parecer, el presidente de los EEUU recibe la noticia de que la
electricidad vuelve a funcionar, y por ello está dispuesto a volver a asumir el
mando de su país. Esto traerá consigo casi con toda seguridad un nuevo
entramado en el ecosistema de bandos y de alianzas de la serie, que traerá
personajes nuevos que harán de coyunturales antagonistas y coyunturales
aliados. Parece que nos quiere situar en una tesitura bastante interesante:
puede que Bass (David Lyons), que se había erigido como el antagonista de la
primera temporada, ante este cambio del tablero y en un
movimiento algo sembrado en ese capítulo veinte, se vuelva a aliar con Miles
(Billy Burke), tal y como sucedía en su pasado mostrado a través de múltiples
flashbacks durante la temporada.
A la ficción, por otro lado hay que reconocerle el valor que
supone el no tener contemplaciones al hacer desaparecer a alguno de sus
personajes principales, como haya sucedido con Maggie, con Danny, y por último
Nora (Daniella Alonso). Para el papel de esta última habían adoptado a Rachel
en funciones, como partenaire ocasional de Miles, y tampoco les parecería
convencer un triángulo amoroso ya que tal vez Monroe aparezca por en esos lares
a más no tardar. Esperemos que no cometan el error de esta temporada de hacer a
toda fémina que aparecía como el amor incondicional pero a patadas de Miles.
Miles no es Hank de “Californication”. Sin embargo, es claro que ninguno de estos
personajes fallecidos era de los personajes más interesantes, por lo que me
arriesgo a pensar que Aaron (Zak Orth) será probablemente el próximo en morir.
Como en todas las series, quedará un reducto de personajes intocables, que en
este caso son Miles, Charlie (Tracy Spiridakos), Tom Neville (Giancarlo Esposito),
Monroe, y quizás Nate (DJ Pardo) si no se le busca otra pareja a Charlie. Rachel, por
el carácter de la actriz Elizabeth Mitchell, acabará desapareciendo tarde o
temprano, pero no sin dejar muestra de sus grandes dotes de actriz, haciendo
muy atractivo a su personaje. Lo que nos depara esta segunda temporada pues es
una nueva vuelta de tuerca en la relación entre Miles y Monroe, de nuevo a
Charlie y a Nate en el centro de la acción mientras se besan cuando la libido
reaparece, y esperar a ver cuales son los nuevos antagonistas
oficiales de la ficción.
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