El segundo capítulo de la temporada actual creada por
Charlie Brooker se vuelve mucho más heavy que las entregas anteriores, pero
vuelve a tener de nuevo ese hilo conductor propio de las antologías, en este
caso, la relación en un supuesto futuro cercano con las tecnologías, los medios
y las redes sociales.
Porque este episodio es, hasta la fecha, sin duda el más
alto en los niveles de crueldad global y comunitaria que se proponen. Aquí nos
sitúan a una mujer joven que despierta sin memoria en una habitación solitaria frente
a un televisor, que pronto se ve acosada por dos facciones de humanos bien
diferenciadas: por un lado un grupo de gente que quiere
asustarla/herirla/¿asesinarla?, y por otro lado otros grupos que impasibles se
limitan a grabar todo lo que está sucediendo a su alrededor. La trama, como
tal, se nos vuelve un poco exagerada e inverosímil respecto a lo que nos tenían
acostumbrados, ya que de por sí introduce un elemento de “zombización” de la
población que casi raya con la ciencia ficción. Sin embargo, en un giro de
guion muy inteligente, se nos revela simple y llanamente como un espectáculo,
volviendo a la esencia de mediatización y frivolización del entretenimiento que
maneja la serie. Aun así, cuando entendemos lo que hemos estado teniendo entre
manos, las conclusiones siguen siendo terribles respecto al comportamiento que
se les otorga al grupo de humanos, y el tratamiento tan deshumanizado de la
protagonista como conejillo de indias.
Tengo la sensación de que, sin restarle por supuesto ningún
mérito a la serie ya que se trata de un concepto y de un derroche de inventiva
brutal, está hecho para hacer las delicias del “adolescente que se adentra en
el mundo del cine”. Es decir, es el ideal narrativo de un joven recién salido
de la carrera de Comunicación Audiovisual o de la Escuela de Cine, cuyos
primeros cortos suelen tener siempre una temática de thriller con giro de guion
final, llenos de secuestros, armas y gente que tiene comportamientos realmente
reprobables, con el añadido de que al bueno de Charlie Brooker en este caso
concreto le dejan alargar el metraje de su idea y además lo emiten en televisión.
Por ello chapó de nuevo, aunque me da la impresión que, como en los primeros
compases de las escenas de acción de este episodio, muchos de ellos están
alargados ostensiblemente para llegar a la duración que se les exige para emitirse
como serie, ya que el concepto a veces casi da más para un cortometraje que
para un episodio de ficción. Con todo esto, esta antología es uno de los descubrimientos
más intrigantes y sugestivos de ficción de estos últimos años. Ahora, solo nos
queda disfrutar del tercero.
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