Esta primera entrega de la segunda tanda de episodios de “Black
Mirror” de nuevo se ha encargado de bucear en lo más problemático de un
supuesto futuro tan supeditado y controlado por la tecnología y por las redes
sociales, y en la línea de anteriores entregas, lo más angustioso e inquietante
de todo es que sentimos que es totalmente plausible.
Este episodio escrito como siempre por Charlie Brooker y titulado
“Be right back” es otra obra maestra que muestra que no se necesitan
grandes efectos especiales, un gran despliegue, y una gran producción para
producir un relato de intriga cuasi-futurista y sorprender al espectador
dejándole consternado y pensativo. Porque la fuerza de esta serie viene de unos
guiones muy inteligentes, unos argumentos realmente originales, y un profundo
sentido de lo que se quiere contar sin desviarse del tema. Aquí, casi un par de
personajes (o más bien un par de actores, ya que uno de ellos realmente
interpreta a dos personajes) y un par de localizaciones contadas son el
elemento suficiente para crear un relato intrigante de una hora de duración. Si
bien es cierto que a mi entender la primera mitad del capítulo está mucho mejor
que el segundo, ya que en este segundo compás la historia se vuelve más ciencia
ficción de los que nos tiene acostumbrados la producción, y pierde parte de su
fuerza, ya que como se ha dicho, gran parte de su efectividad radica en que nos
propone mundos inquietantemente posibles dentro ya no de unos años, sino casi
del presente inmediato.
En este caso, la tecnología se centra en el apartado de las redes
sociales tan de moda en la actualidad, donde inevitablemente se crea una
personalidad en el ciberespacio que puede ser entendido como un alter ego cibernauta
del sujeto como tal, situándonos en la escalofriante posición de un programa
que es capaz de simular la forma de hablar y de expresarse del usuario
solamente con el compendio de conversaciones, usos y actualizaciones que ha
hecho él en las redes sociales. Si es cierto, que en seguida vemos por donde va
a ir el conflicto de la historia, ya que salta a la vista que esta posible
aplicación nunca llegaría al verdadero alma de la persona como tal, quedándose
en un conjunto de argumentos del individuo sin conexión real; pero como siempre
en esta serie, lo terrible de todo es que tiene encerrada una gran verdad
actual, la de los usuarios de internet que prácticamente consideran a este
compendio de frases, actualizaciones e intercambio de mensajes como la persona en
sí misma sin hacer ese lógico salto, llegando a sustituir casi con fe ciega el “significante”
por el “significado”. Así que de nuevo, chapó.
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