martes, 31 de julio de 2012

LA FELICIDAD NUNCA VIENE SOLA


Sacha (Gad Elmaleh) adora a sus amigos, tocar el piano y salir de marcha. Por las noches toca en un club de jazz y seduce a chicas jóvenes y atractivas. Vive el momento y disfruta de la vida. Pasa de despertadores, de anillos de compromiso y de los impuestos. Charlotte (Sophie Marceau) tiene tres hijos, dos exmaridos y dirige una fundación de arte contemporáneo. En su vida no hay lugar para el romance. Son polos opuestos, no tienen nada en común… pero están hechos el uno para el otro.

James Huth dirige con bastante destreza esta comedia romántica que tiene ciertas peculiaridades respecto a otras de su estilo. La base común con las demás de su especie es claramente la propuesta de los polos opuestos de distinto sexo que se juntan y sorprendentemente se entienden. Un clásico. Una de las peculiaridades, y no sabría decir si errores, de la película es que no hay verdadero cambio en la forma de ser del protagonista masculino, o más bien, no nos da tiempo a apreciarlo porque la presentación de su vida canalla y juerguista es tremendamente breve. Cuando le vemos manejando una familia con absoluta pericia nos preguntamos si él es ese hombre realmente y no el otro que nos habían intentado vender como perfil de personaje. Otra peculiaridad en la forma de buscar la carcajada o la complicidad en el espectador la encontramos de nuevo en el personaje de Sacha, y más concretamente en el actor Gad Elmaleh, que se nos dibuja como una suerte de Charles Chaplin moderno que mezcla coreografías físicas con trucos y movimientos al más puro estilo Houdini, con la intención de encandilar tanto a los hijos de su enamorada como al público sentado en sus butacas.

Decir a propósito de esto último que gran parte del humor viene reflejado en forma de gag físico, acentuando la patosidad de Charlotte, que es golpeada, arrojada y empapada durante varios momentos del metraje. La emotividad y la ternura vienen claramente de la mano de la relación entre Sacha y los niños, teniendo un particular feeling este primero con el más pequeño de los retoños. La elección de la pareja protagonista es absolutamente acertada Sophie Marceau representa a la perfección la mezcla entre sensualidad maternal y el cinismo frustrado de una mujer ya rondando los cuarenta que se ha visto obligada a ejercer de mujer florero. El siempre recurrido recurso de los amigos del novio, estilizado cada uno con pinceladas particulares y estrambóticas para ejercer de alivio cómico, completa el reparto de la narración. Resaltar en el apartado musical, una variada y bien elegida BSO que engloba títulos que van desde la música clásica, Mika, o Stevie Wonder. El contraste visual que utilizan a veces para sorprender, no funciona tan bien cuando se trata de choque sonoro, revelando a veces un uso del sonido algo estridente. Mi puntuación: 6,5 sobre 10.

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