viernes, 11 de marzo de 2011

CISNE NEGRO


Nina (Natalie Portman), una brillante bailarina que forma parte de una compañía de ballet de Nueva York, vive completamente absorbida por la danza. La rivalidad con su compañera Lily (Mila Kunis) y las presiones del director se agudizan a medida que se acerca el día del estreno. Esta tensión provoca en Nina un agotamiento nervioso y una confusión mental que la incapacitan para distinguir entre realidad y ficción.

Aronofsky crea una atmósfera inquietante, irrespirable y turbadora con una magistralidad y una fuerza pasmosa, añadiéndole unos efectos tanto teatrales con un acompañamiento musical potente y pernicioso para la mente humana, que te aleja de toda trama y te envuelve en la psique del personaje interpretado por Natalie Portman. Esta actriz demuestra con creces en esta cinta por qué se llevó el Oscar, con un despliegue emocional y un barrido del arco que sufre la protagonista excepcional, además, y algo que ayuda en sobremanera a creernos el personaje, es ella misma cómo se puede ver en escenas de plano más general la que efectúa los movimientos de ballet. No se queda a tras Mila Kunis, al que estaba acostumbrado a ver en papeles o bien de productos más cómicos o mucho más livianos en intensidad dramática. Aquí realiza su papel de forma convincente, dándole una nota de belleza maligna a su personaje que funciona perfectamente en el duelo que entre el personaje de ella y el de Portman. En el papel de mentor e instructor de danza encontramos a un Vincent Cassel que es una excelente elección por parte del director de casting o bien del director, dándole al personaje ese toque autoritario, seductor, canalla y duro… aspectos para los cuáles los rasgos del rostro del actor, junto a su interpretación, hacen dar consistencia a este juego que será parte importante de la evolución de la protagonista. En el papel de artista y estrella venida a menos tenemos para acabar a Winona Ryder, siendo poco menos que irónico y representativo el papel que interpreta, aunque en estos últimos tiempo esté volviendo al candelero.

Si hay algo que achacarle a esta película es que una vez apostado por la atmósfera, por el clima de tensión y de ruptura de la realidad de la protagonista, la trama se hace secundaria, ya siendo de por sí algo caótica y abismal desde el principio. También hay cierto histerismo en la narración, la música es muy potente y envuelve las escenas con un desgarro total, las piezas de danza son interminables y abusivas, a veces te puedes preguntar si no está haciendo un ejercicio de amor sobreexcedido por la danza… No se establece una causalidad clara en muchas de las acciones, pero eso también es lo que ayuda a crear una sensación de desconcierto, de desasosiego y temeridad, que emana de la situación que está viviendo el personaje de Natalie Portman, en el cuál sus sueños, sus miedos, la traición, la familia, la herencia, el poder y el arte se entremezclan en una profunda tela de araña que termina por devorarla y apoderarse de su vida. El teatro se mezcla en su vida diaria, sus compañeras y a la vez rivales se pasean por su mundo y por su mente sin solución de continuidad… Ya no es ella misma nunca más, ella es también su mentor, su madre, su enemiga, su amiga… es incapaz ya de diferenciar los límites de la realidad.

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