Aissa (Shaïn Boumedine), un
joven oficial de origen argelino, pierde trágicamente la vida durante un nuevo
ritual de iniciación en la prestigiosa academia militar francesa de Saint-Cyr.
A medida que su muerte destroza a su familia, surge la polémica sobre los
planes del funeral de Aissa cuando el ejército se niega a asumir la
responsabilidad. Ismael (Karim Leklou), su rebelde hermano mayor, trata de
mantener unida a la familia mientras luchan por ganar justicia para Aissa.
“Pour la France”, la película
de Rachid Hami, que por lo que se intuye bebe de experiencia personal, va de menos
a más. Al principio, te hace preguntarte si el punto de partida es solo una
idea que solo da para relato curioso, y los flashbacks son solo la guarnición
necesaria para que el cliente no se queje de que ha comido poco. Sin embargo,
poco a poco te das cuenta de que todo tiene un sentido narrativo, que las caras
del relato no son nada sin las otras caras y que el director sabe perfectamente
lo que hace. Con una cámara hábil y sin concesiones grandilocuentes, tenemos un
retrato muy verosímil que te va calando poco a poco, sustentado en una decisión
narrativa interesante que vertebra todo: los miembros implicados de la historia
van pasando por el ataúd del protagonista muerto mientras asistimos a la
historia parcial de su pasado.
En un soberbio retrato de lo
doméstico, de los conflictos personales, intrapersonales e interpersonales, el
director y coguionista junto a Ollivier Pourrioul nos habla de muchas cosas: la
inmigración, el sentimiento nacional, la guerra, el duelo, las rencillas
familiares, la violencia doméstica, el cuento del patito feo, la rivalidad
entre el hermano al que todo el mundo admira y el que aparentemente ha salido torcido…
y en todo esto, ninguna trama desentona respecto a las otras y ninguna sobra,
lo que crea una interesante obra de orfebrería narrativa. Aún así, la que más
luce y crea más empatía, es la relación entre los dos hermanos, que sirve como
sustento a las demás: las interpretaciones de los dos protagonistas son
sólidas, en unas antípodas comedidas que nos hacen empatizar con ambos en según
qué momentos. Mi puntuación: 7,5 sobre 10. “Una cuestión de honor” se estrena el
viernes 4 de agosto en las salas españolas.
Crítica de: Héctor Izquierdo.
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