Isaías (Miki Esparbé), 40 años, era
un prometedor arquitecto. Ahora pasa sus días entre su estudio de arquitectura
y el parque a la salida de la escuela, donde juegan sus hijos. Dondequiera que
esté, Isaías siente que no está donde debería. Con su mujer Ainhoa (Olaya
Caldera) se nota el paso de los años y lo agotadores que pueden ser los niños.
Isaías entabla una amistad con Sonia (Ana María Polvorosa), madre de otro niño
del cole, que le va a mostrar que esto de criar a tus hijos y entrar en la vida
adulta no es tan simple.
Como el propio Félix Viscarret la
define, este es un retrato tierno y divertido de la universal crisis de los 40.
El realizador de otras cintas como “Bajo las estrellas”, “Vientos de La Habana”
o “No mires a los ojos” vuelve aquí a la esencia de su primer trabajo, en un
recorrido con tintes autobiográficos en el que explora la fase de cambio vital
que supone la paternidad, la bisagra que parte la juventud con la adultez y las
etapas dejadas atrás. Miki Esparbé, un imprescindible de esta horquilla
generacional en nuestro cine patrio, interpreta al protagonista, que se ve absorbido
por este nuevo mundo de responsabilidades, de oportunidades perdidas, de hipótesis,
de caminos plausibles que se cierran y caminos plausibles que se abren. Bajo un
guion certero de piezas sencillas pero que se mueren con estilo en el tablero,
el director hace un retrato de una generación que busca la sonrisa cómplice, y
la consigue.
En la película, Félix Viscarret,
que también escribe el guion, es muy inteligente al confrontar al protagonista en
varios prismas: el laboral, el conyugal, el paternal, la amistad incondicional…
todos estos focos son antagónicos o complementarios en algún momento del film y
el protagonista fluctúa con ellos constantemente, aderezado por una poesía
narrativa y visual en planos bien elegidos, a veces funcionales y a veces estilísticos,
trufados por compases cómicos puntuales. El reparto lo completan nombres como
Álex García, en un trabajo de contención junto a Esparbé, logrando así un duo
cómico-serio sin estridencias. En el apartado femenino tenemos a la menos
conocida Olaya Caldera, muy solvente como la pareja del protagonista con sus
propios demonios y con una esquina del cuadrilátero guardada para ella; y, por
otro lado, la aspiración realista-platónica interpretada por Ana María
Polvorosa. Por último, nos encontramos a
Julián Villagrán, que ejerce de alivio cómico a golpe de parodia
desfachatada, con ciertos ecos a la participación puntual de Ernesto Alterio en
“Te quiero, imbécil”. Mi puntuación: 7 sobre 10. “Una vida no tan simple” se
estrena este viernes 23 de junio en las salas españolas.
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