Qohen Leth (Christopher Waltz) es un excéntrico genio de los ordenadores que vive en un mundo corporativo controlado por una oscura figura llamada "Dirección". Recluido en el interior de una capilla en ruinas, Qohen trabaja en la solución a un extraño teorema, un proyecto que podría descubrir la verdad sobre su alma y el significado de la existencia (o la falta del mismo) de una vez por todas.
El inclasificable director Terry Gilliam
nunca deja indiferente ni a sus fans ni a sus detractores, y su última
película, “Zero Theorem” no iba a ser una excepción. La historia nos sitúa en
el tesitura de un hombre inyectado en una encrucijada vital en el que toda su
atención se centra en contestar una llamada que él cree le revelará el sentido
de su existencia. Este personaje se nos muestra pavoroso, gélido, antisocial,
en cualquier tipo de contacto que no incluya su computadora y su reserva
artificial contra los ataques exteriores que le arroja la vida. Aunque el fondo
filosófico que se plantea en la historia es interesante y hace que en ciertos
momentos te llegues a plantear cuestiones sobre qué estamos buscando realmente
en el significado de la vida, cuál es el propósito, y si en realidad queremos o
no queremos respuestas ante esas preguntas, el fondo, aunque bañado de una
estética en ocasiones tétrica y en ocasiones punk, resulta a ser aburrido en la
medida en que comenzamos a entender que la película no ofrece nada más que eso.
El personaje, aunque interesante en su
contexto y en su prerrogativa, no está muy bien definido, y Christopher Waltz
se disuelve en una interpretación de un hombre atormentado, lleno de dudas, que
daría todo lo que tiene –que es prácticamente nada- por una respuesta al
devenir de su existencia. Ya en el apartado reparto, tenemos que uno de los
alicientes es volver a ver a la magnífica Tilda Swinton, que está apostando recientemente
por papeles rayanos a una estética pulp de comic, como también la pudimos ver
en una caracterización muy similar en “Snowpiercer”, y por otro lado a Matt
Damon en un papel al que no estamos muy acostumbrados a degustarle. Aunque
Terry Gilliam suele hacer que en sus películas sea difícil hacer una crítica a
medias tintas, en esta ocasión sí tengo que hacerlo, ya que el poso filosófico –que
tal vez se podía haber quedado ahí en forma de ensayo o de cortometraje- se me
antoja sugerente pero la forma en que está tratado sin embargo se me queda algo
inocua. Mi puntuación: 6 sobre 10. “Zero Theorem” se estrena este viernes 28 en
las salas españolas.
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