Dos historias cruzadas sobre una familia que se desmorona y una joven
que se ve obligada a recomponer su vida. Paula (Cuca Escribano) ve cómo
la llegada del nuevo amigo de su hija altera todo su orden familiar.
Lourdes (Nausicaa Bonnín) es una cajera que tiene que cuidar de su madre
en un estado terminal y que se enfrenta a un embarazo no deseado. Una
película metanarrativa que nos expone un rodaje dentro del cual se están
realizando estas tramas.
Roberto Castón escribe y dirige “Los
tontos y los estúpidos”, su segundo largometraje, donde opta por un
planteamiento nada atractivo para el espectador medio y cuyo mensaje no
es más que un engaño. La opción estética es totalmente minimalista, el
único escenario que abarca toda la película es simple y llanamente un
plató con un telón negro de fondo donde solo cambia una mínima
escenografía o los actores en cuadro. Toda situación recuerda más a una
interpretación teatral que a un producto audiovisual, aspecto mucho
menos atractivo cuando se supone que dentro de esta historia se está
rodando a su vez otro producto cinematográfico. Las interpretaciones
dejan muchísimo que desear, tal vez por esa sensación de que se trata de
un ensayo más que de una elaboración final para llevar a montaje. No se
genera una sensación de proximidad con las historias porque solo vemos
pinceladas que nunca parecen estar completamente pulidas, así la empatía
resulta imposible y el rechazo se convierte en una opción recurrente a
lo largo de los eternos 91 minutos de metraje.
El formato
narrativo por el que opta la cinta es irreal y muy poco llamativo, la
idea de ofrecer el propio rodaje de la obra como parte de la cinta es
una manera de contar muy arriesgada dando lugar a una especie de falso
documental sobre el cómo se hizo esta falsa producción interior. El
problema surge cuando queda claro que lo que se nos está mostrando no se
puede corresponder con la realidad, porque la película muestra un
supuesto rodaje de una única jornada con sus paradas para comer y una
sucesión de las secuencias de manera cronológica que ni es factible en
un sentido práctico ni se podría admitir como plan de trabajo dentro de
la industria. Otra cuestión añadida es que contamos con un personaje que
se expresa como el director de la obra que se está llevando a cabo y
que a la vez que avanza cada secuencia va leyendo en off el guión siendo
reiterativo e intermitente en sus aleatorias intervenciones. Los
miembros del equipo que vemos en pantalla no son más que actores que
interpretan cada puesto como si fuese el suyo, cuando lo más sencillo
habría sido poner a los auténticos técnicos y creativos a desempeñar
esos papeles que son meramente anecdóticos. Mi valoración: 1 sobre 10. “Los tontos y los estúpidos”
se estrena hoy día 3 de octubre en los cines españoles.
Crítica de Sergio Cardete.
viernes, 3 de octubre de 2014
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No has entendido nada de nada la película.
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