“New Girl” acabó su segunda temporada tras una nueva tanda
de veinticinco episodios evidenciando cuales son sus puntos fuertes y cuáles
pueden ser los hándicaps que castiguen la serie según vayan pasando las
temporadas. El universo que se ha creado la serie se limita casi en
exclusividad a una complicidad friki muy característica entre los compañeros de
piso, que han sabido potenciar sobretodo en el personaje de Jess, pero
sobretodo en los de Schmidt y Nick.
Este es probablemente su mejor arma y también su peor defecto.
El tono albergado en cada uno de sus personajes (tal vez Cece es la única que
se sale de este microcosmos de frikez histriónica transitoria) es tan marcado y
característico que pueden echar a una gran parte de la audiencia. Si no entras
en su juego, es imposible que la serie te pueda gustar por mucho que las tramas
se hagan más interesantes, más graciosas, o ambas cosas. Por otro lado, es este
el sello distintivo de la serie, que la aleja de otros productos similares como
pueden ser “Big Bang Theory” o incluso “How meet your mother”. El trabajo de
los guionistas está siendo el de dotar de una acumulación progresiva de
patologías, comportamientos disruptivos y extraños a cada uno de los
personajes, englobados en una personalidad general, pero que todos llevan al extremo
al ser particularmente histriónicos en su comportamiento: Jess es
histriónicamente alocada, Nick es histriónicamente desastroso, Schmidt es
histriónicamente repelente y Winston es histriónicamente.
El que estos cuatro personajes estén tan definidos ha
propiciado que todos los secundarios que han ido incorporando en esta segunda
tanda no acaben de encajar ciertamente en su universo, por lo que han acabado
siendo frontones emocionales de los personajes, haciéndoles conscientes de sus
limitaciones, rarezas y personalidades. En algún caso concreto, se ha visto un
intento de hacerles encajar, pero poco a poco se han dado cuenta de que no les
conviene hacerles entrar en el terreno tan particular de los protagonistas, por
lo que acaban de salir de la vida de los protagonistas y por ende, de la ficción.
En este aspecto, se ha optado por ir sin preámbulos a cristalizar la relación
de Nick (Jake Johnson) con Jess (Zooey Deschanel), que ya se había ido
cimentando desde la primera temporada y que en esta segunda han sabido jugar
con pericia, sin que llegue a cansar y utilizando las personalidades de ambos
personajes para hacer una historia de amor muy peculiar. Los escarceos también
continuos de Schmidt (Max Greenfield) y Cece (Hannah Simone) han dejado a
Winston en el personaje menos trabajado y prodigado en la serie.
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