Hortense Laborie (Catherine Frot), una renombrada cocinera
del Périgord, no acaba de creerse que el presidente de la República (Jean
D`Ormesson) la haya nombrado su chef particular y que deberá encargarse de
todas sus comidas privadas en el Palacio del Eliseo. A pesar de los celos y
envidias de numerosos miembros del personal de cocina, Hortense no tarda en
hacerse respetar gracias a su genio. La autenticidad de sus platos seduce al
presidente, pero los pasillos del poder están trufados de trampas.
Christian Vincent, el director de la película, nos propone
una nueva incursión en el mundo de la cocina, tan en auge desde hace unos años.
Y lo hace con unos elementos que no se diferencian en gran medida de sus
predecesoras salvo ciertas salvedades puntuales. Estas excepciones se nos
ofrecen básicamente a cargo de su protagonista, interpretada por una arisca y
sobria Catherine Frot que en ciertos momentos también es capaz casi de
emocionar, dando vida a un personaje real que no es otra que la cocinera
Danièle Mazet-Delpeuch. Los matices del personaje, creando una encarnación muy
real que se aleja de los estereotipos o de los extremos en los que podía haber
caído tanto director como actriz, nos muestra a una mujer con ciertos rasgos
solitarios, algo soberbia e inteligente, que es capaz de perseguir su sueño
enfrentándose a muchos, pero que luego también es capaz de abandonar ante el
carácter poco saludable de la vida a la que se está viendo abocada. En todo lo
demás, la película tiene un correcto equilibrio entre la comedia y el drama,
pero no nos aporta grandes novedades ni puntos de vista distintos respecto a
otras de su género.
Aunque sorprendente e interesante al tratarse de hechos
reales y aunque es capaz de hacer evocarnos a este personaje histórico, le
falta emoción, algo de intensidad a una trama que no aporta mucho de novedoso
al mundo de la alta cocina. Como suele suceder, los platos y el frenesí de la
elaboración de estos es un buen aliciente para acompañar a los conflictos que
se nos intentan plantear, pero ya carece del impacto de la novedad anterior. Sí
me parece necesario resaltar, la aportación de ciertos actores como el del
pinche de Hortense, en una interpretación que raya la sobreactuación pero que
se nos revela como extrañamente real, en un ejercicio bastante sorprendente
para bien. Así mismo, Jean D`Ormesson se me antoja realmente insípido como
presidente de la república, en un problema de peso ya presente en guion pero en
el que ni el propio actor es capaz de dotarle de ciertos matices que le habrían
hecho en un momento dado ganar en envergadura en cuanto a la historia. Mi
puntuación: 6 sobre 10. “La cocinera del presidente” se estrena hoy viernes 22
de marzo en las salas españolas.
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